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Del cristal con que se mira

Del cristal con que se mira

lunes 04 de agosto de 2014, 14:24h

Como viene siendo habitual todos los años en agosto, abandono mi hogar conyugal en la capital de Andalucía para trasladarme durante quince días a mi pueblo natal, Arjona, en plena campiña jiennense, un lugar con siglos de historia, asentamiento ibero y romano, cuna del fundador de la disnatía nazarí Aben Alhamar,rodeado de miles y miles de olivos en lo que algunos han dado en llamar la "Andalucía profunda". Vamos, que paso de la modernidad sevillana de las Setas, la Torre Pelli y el Metrocentro a las infinitas cuestas urgavonenses hasta Santa María, de los bares del Arenal a los Galleros y al Nono , y de la Macarena San Bonoso Maximiano. No crean, el salto cualitativo es como una especie de viaje en el tiempo porque, aunque en la práctica totalidad de los pueblos andaluces por pequeños que sean, internet y las redes sociales han florecido como setas en otoño, la vida diaria transcurre con un rítmo completamente distinto y las normas y convenciones sociales, las relaciones humanas tienen otras claves muy diferentes a las de uso común en las capitales, ni mejores ni peores, simplemente distintas. Si en Sevilla suelo caer en la rutina de frecuentar los mismos sitios, en Arjona esa rutina es un imponderable que no se puede evitar. Les cuento, paseo por la mañana hasta el monumento a los Iberos pasado el Tres de Oros para quemar calorías cerveceras, aperitivo en la Plaza de los Coches, siesta y, tras ponerse el sol, más cervezas nocturnas en el Paseo hasta pasada la medianoche. Así, un día y otro y otro y otro, adobado con algún cumplimiento por un entierro y por el Traslado de Reliquias que abre la Novena y el programa festivo de Fiestasantos. Como comprenderán estas dos semanas próximas es como si me recluyera en Santo Domingo de Silos en una especie de cura del estres de la ciudad.

Pero no me quejo. Al menos me desintoxico del exceso de política que nos rodea y que aburre ya a las mismísimas ovejas. Y, eso sí, evito toparme con los sempiternos carteles de "cerrado por vacaciones" que estos días adornan el ochenta por ciento de los escaparates sevillanos. Pero a lo que iba. Decía donRamón de Campoamor, remedando a Shakespeare aquello de "en este mundo traidor nada en verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira". Y es cierto. En Arjona, como en todos estos pueblos de la Andalucía profunda en los que el PSOE tiene ancladas sus raíces y su granero de votos desde hace más de tres décadas se produce una visión distinta de la política que deberían de conocer aquellos que optan a ganar cualquier elección. Ninguno de los tres supuestos candidatos a la Presidencia de la Junta de Andalucía en los próximos comicios autonómicos, ni Susana Díaz, ni Juanma Moreno ni Antonio Maíllo, por más kilómetros que se hayan recorrido desde Ayamonte a Carboneras y desde Santa Elena a Tarifa, han vivido surante más de unas, escasas horas lo que sienten, piesan y viven estos andaluces olvidados que son quienes, al final con sus votos, dan la victoria a unos o a otros. En todas las campañas los candidatos pasan por cientos de pueblos com el mío. Llegan, saludan a sus seguidores, dan el mitin y desaparecen de vuelta a Sevilla hasta las próximas elecciones.

En la mayoría de estos pueblos la pirámide de población es cada día más anciana. Los jóvenes, sin expectativas de futuro, suelen emigrar a las capitales o al extranjero y las personas mayores, muchas de las cuales aún tienen grabado a sangre y fuego el recuerdo de la guerra civil, son bastante remisas a los cambios. Si el PSOE ha gobernado en su Ayuntamiento, en la Diputación y en la Junta de Andalucía de forma ininterrumpida durante los últimos treinta años, mejor que sigan unos años más no sea que vengan "los otros" y nos quiten la pensión o el PER. Es lo que hay y va a ser difícil convencerlos de lo contrario. Me acuerdo que en las últimas elecciones europeas le pregunté a una señora ya ochentona si iba a ir a votar y me contestó que "naturalmente, porque si no voy el Ayuntamiento me apunta en la lista". Eso, que en las capitales ni se le ocurre planteárselo a nadie por más miedo que tenga, es una moneda común en muchos pueblos del interior de Andalucía en los que el PSOE ha creado un entramado de amenazas y clientelismos muy difíciles de erradicar.

Ya les contaré con qué me encuentro este año en mi pueblo. Estén atentos porque, seguro, seguro, que les van a divertir estos "catetoartículos urgavonenses".

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