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ÉREmos pocos y parió la abuela

ÉREmos pocos y parió la abuela

miércoles 13 de agosto de 2014, 20:01h
Mientras en esta Arjona en fiestas la vida transcurre plácidamente entre novenas y cervecitas, el panorama político español anda revuelto con las corrupciones y los trinques continuados del honorable y su familia, los negocietes millonarios del ex consejero Ángel Ojeda con los cursos de formación y la invasión de pateras por el Estrecho enviadas por Marruecos para dar por saco. Esto es el cuento de nunca acabar. A nadie le extraña que la gente diga que va a votar a Podemos, aunque a la hora de la verdad nadie se fie del de la coleta. Raro es el día en el que no aparece un nuevo escándalo de alguien que se lo esté llevando calentito e impunemente. De momento, ya lo han visto, aquí la única que no se arredra por más trabas que le pongan es la juez de los EREs, Mercedes Alaya, quien, cumpliendo lo prometido, antes de iniciar sus vacaciones ha mandado al Supremo los autos de preimputación de los aforados. Veremos si, como muchos nos tememos, es el principio del fin de una causa que ha copado las portadas de los medios de comunicación en los últimos tres años.

Prometí a mis incondicionales que no iba a continuar con la serie de perfiles urgavonenses que han animado el cotarro todo este mes de agosto y así va a ser por más que me pese. Aunque aún sigo a la sombra de Helvia Paulina y agoto las últimas horas en la Plaza de los Coches, no puedo evadirme de la triste realidad que me rodea y que incluye a personajes que, de alguna que otra forma, han estado ligados a este pueblo. Cuando ayer repasaba los periódicos y veía la imagen de Manuel Chaves y Pepe Griñán escoltados por Gaspar Zarrías y Mar Moreno, se me venía a la memoria aquellos tiempos en los que yo ejercía de periodista político y el entonces "todopoderoso" virrey de la Junta y gobernador de Jaén, me llamaba con el cariñoso apelativo de "paisano" y me preguntaba por "los santos de Arjona". Por más que le pese, por más diques que haya levantado para que no le alcance el tsunami de los EREs fraudulentos, Zarrías también ha sido preimputado por Mercedes Alaya junto con Mar Moreno. Otros dos jiennenses mas, junto con Paco Vallejo, Antonio Ávila o "el conseguidor" Juan Lanzas, implicados también en el caso de corrupción más escandaloso de la historia democrática de España, 

Tendrá que ser el Tribunal Supremo quien decida si existen o no responsabilidades penales o políticas ante tanto aforado Si quieren que les dé mi opinión, el Supremo va a tratar de quitarse el muerto de encima cuanto antes y mucho me temo que optará por devolverle el caso al Juzgado de Instrucción número 6 de Sevilla para que continúe las investigaciones que suman ya más de doscientos imputados y más de tresciento mil folios. Si así fuera, a la juez Alaya le queda aún un larguísimo camino por delante que veremos si es capaz de afrontar. La macrocausa de los EREs falsos, con sus ramas de la formación, los suelos, las empresas aseguradoras, los sindicatos o Mercasevilla, se ha convertido en un monstruo capaz de devorar al más pintado. Y me da a mí que la juez Alaya está ya hasta la coronilla. Lo que espero es que algún día no muy lejano, la sin par presidenta de la Junta, Susana Díaz, se deje de discursos vacíos, cumpla alguna de sus promesas y comience a combatir la corrupción en su propio partido y facilite su trabajo a los jueces. Tampoco creo que sea pedirle demasiado.

De todas formas no sé de qué nos quejamos. Todo el asunto de la corrupción política no es sino el fiel reflejo de la propia sociedad española. Aquí hasta el más tonto hace relojes. ¿En qué Ayuntamiento no hay colocados varios familiares del alcalde o de los concejales que gobiernan? En muy pocos. ¿Quien es el honrado que paga religiosamente todos los IVAs? Casi nadie. Dicen que Hacienda somos todos, pero todos, incluído el de la coleta, tratamos de escaquearle algún euro a la hora de hacer la declaración. Así que más nos vale a todos hacer un acto de contricción y reconocer que si no hemos trincado es porque no hemos tenido la oportunidad de hacerlo. Al final harán lo de siempre, la maxima de Lampedusa, "Que todo cambie para que todo siga igual". Es lo que hay.  
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