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Robemos, Perdemos y Podemos

Robemos, Perdemos y Podemos

miércoles 29 de octubre de 2014, 08:01h
No es, como decía el centinela Marcelo en el Hamlet de Shakespeare, que algo huela a podrido. En Dinamarca puede que sí, pero aquí en esta penosa España de finales del 2014, casi todo huele tan a podrido como la basura de un contenedor en pleno mes de agosto en Sevilla. Rasques donde rasques, mires donde mires, aparece una cohorte de chorizos que se lo han llevado impunemente calentito durante los últimos años mientras la mitad del pueblo español perdía su trabajo, se quedaba en el paro y hacía verdaderos sacrificios para sobrevivir a la puñetera crisis. Ahora raro es el día en el que no nos levantamos con una operación de la Policía o la Guardia Civil en la que son detenidos una docena de prendas que han cobrado comisiones o se han lucrado ilegalmente del puesto que ocupaban. Y lo peor de ese aluvión de corruptos es que no pertenece sólo a un partido político o a una organización sindical sino al amplio espectro de todo aquel que haya tenido alguna responsabilidad de gobierno o una oportunidad de trincar, aunque solo fuese en un pueblo de quinientos habitantes o en un negociado de chichinabo de cualquier municipio, consejería o ministerio.

La corrupción política en España ya no es cosa "de cuatro chorizos aprovechados", como decía Manuel Chaves, sino algo trasversal y tan amplio que afecta a partidos, sindicatos, empresarios y hasta a organizaciones sociales de ámbitos tan lejanos a la política como es el deporte o la cultura. Y no me vale eso que tanto repiten en las tertulias de que la inmensa mayoría de la clase política española es mayoritariamente honrada, (estaría bueno que no fuese así) porque cada día me cuesta más trabajo creerlo. Si reunimos en un único listado todos los casos de corrupción ocurridos en las diecisiete comunidades españolas durante solamente la última década y los nombres y apellidos de los imputados en los cientos de escándalos descubiertos por la Justicia, nos sale una guía telefónica casi tan amplia como la de mi provincia de nacimiento, Jaén. Así que eso de que los pringaos en el tsunami de la corrupción española son sólo "tres o cuatro chorizos" va a ser que no, don Manuel, porque visto lo visto, el que esté libre de pecado que tire la primera piedra. Mejorando lo presente, claro.

Uno se acuerda de los años 80 del pasado siglo, la época de Juan Guerra, del Caso Ollero, de Filesa, de Malesa, de Mariano Rubio Luis Roldán y, desde la distancia temporal, comprende ahora que aquellas chapuzas que le costaron la Presidencia del Gobierno a Felipe González eran un mero juego de niños si las comparamos con los actuales escándalos de los EREs, los cursos de formación, las facturas falsas, las tarjetas negras o las comisiones millonarias. Puede que todo sea un puro reflejo de lo que es la sociedad española de principios del siglo XXI en la que hasta el más tonto hace relojes, tiene dinero negro, hace chapuzas, oculta el IVA y defrauda a Hacienda. Me da la impresión que se han perdido tanto los papeles y los valores que los escasos políticos que no han robado es porque no han tenido la oportunidad para hacerlo.

Por eso no entiendo como los principales partidos del actual espectro político, PP y PSOE, siguen enrocados en mirarse el ombligo, hacerse los sordos y culparse mutuamente del desastre mientras los ciudadanos comienzan a darse e baja del clásico bipartidismo que ha regido la política nacional en los últimos cuarenta años. No sólo eso, sino que sus dirigentes se ocupan con sus nefastas declaraciones de avivar la llama del desencanto. El PSOE no puede ahora romper las negociaciones con el PP sobre el pacto anticorrupción por mera estrategia electoral. Como tampoco entiendo que con la que está cayendo en Andalucía, la Junta trate por todos los medios de apartar a la juez Alaya de la investigación sobre los falsos cursos de formación para evitar que ésta pueda algún día llamar a capítulo a la superpresidenta Susana Díaz.Los dos, socialistas y populares, deberían de hacer examen de conciencia, limpiar sus cloacas para no dejar ni una sola cucaracha y empezar de nuevo, aseados y recién duchados, para recuperar la confianza perdida.

Si yo fuese el menda de la coleta, Pablo Iglesias, estaría haciéndole la ola a Mariano Rajoy y a Pedro "Zapatero" Sánchez. No hace falta que acuda a la Sexta a vender su película demagógica y barata en tertulias y entrevistas. Le basta con quedarse sentado en su casa viendo apaciblemente como socialistas y populares se destrozan mutuamente mientras los jueces enchironan a docenas de sus dirigentes corruptos. ¿Que Podemos se ha convertido ya en la segunda fuerza política de esta país? No me extraña. Lo raro es que, tal y como se vienen sucediendo los acontecimientos, en las próximas elecciones no gane con una amplia mayoría absoluta.

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