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Los cuervos de la crisis

Los cuervos de la crisis

Por Gabriel Elorriaga F.
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elorriagafernandezhotmailcom/18/18/26
lunes 12 de enero de 2015, 09:53h
            Quizá sea precipitado celebrar antes de tiempo la salida de la crisis. Pero, cuando menos, hay que reconocer que no va a más sino a menos. Por ello lo que resulta precipitado es el aleteo de los cuervos que revolotean en torno a los focos de podredumbre y pobreza de un tiempo de depresión. Es como si temiesen que se terminase el festín de rabia y malestar con que alimentar sus propuestas de odio e irracionalidad. Este fenómeno fétido resulta singularmente paradójico en Europa, donde la libertad, la solidaridad intercomunitaria y los servicios sociales han conseguido mitigar las consecuencias y los daños de tal manera que sigue siendo la Unión Europea el paraíso soñado para los emigrantes que sueñan hacerse un sitio entre nosotros.
                                                            
            Los cuervos revolotean impacientes sobre los países del sur de Europa más afectados por la crisis, como si sus propuestas ofrecieran algo mejor, cuando solo aspiran a alimentarse de la carroña o a reventar la convivencia pacífica. Le ponen pegas a la moneda única, la tabla de salvación, sin tener en cuenta que con sus moneditas nacionales hubiesen sometido a sus pueblos al peor enemigo del bienestar que es la inflación. Critican la continuidad equilibrada de las fuerzas políticas, olvidando que nada es peor para el bienestar y el progreso constructivo que la inestabilidad y la incertidumbre. Proponen ortopedias gubernativas cuanto más necesario es facilitar la iniciativa privada y las inversiones sin fronteras. Pero saben que sus propuestas solo pueden encontrar eco en las tentaciones suicidas que provoca la desesperación. Por ello escarban en las heridas de la crisis para retrasar su cicatrización y mantener irritados los tejidos sociales. Si baja la tumefacción hay esperanza y si crece la esperanza se desarma el virus de la demagogia.
 
            El caldo de cultivo para la sopa boba de las ideas improvisadas se aliñó ácidamente con el vinagre de la corrupción  y la pasta flora de la indolencia. Pero nadie puede tragarse esta pócima tóxica por adobada que venga de rencor y de envidia. Su veneno no es, como dicen los populistas, ni de derechas ni de izquierdas. Y dicen bien, porque los cuervos no son de derechas ni de izquierdas sino de la familia rapaz de los córvidos. En estas primeras semanas del 2015 los vemos revolotear en Grecia, cortando la política de reformas de un gobierno mediocre para sumergir a aquel país en la incertidumbre electoral que es lo que menos le convenía al pueblo, pero que era la última oportunidad para los aventureros de Syriza. Quizá sea la última temporada para poder engañar a sus conciudadanos diciéndoles que son pobres porque les roban los burgueses de casa y los extranjeros del norte. La última temporada para que los griegos infelices no comprendan que la vuelta al dracma sería la vuelta al drama de su ruina individual y colectiva. Pero sí, por conveniencia, Syriza se modera cínicamente como devota de Cristo y del euro para ocupar puestos en la "casta" política sin cumplir sus soflamas radicales, los griegos tendrán que pensar que para ese viaje no necesitaban las desprestigiadas alforjas neocomunistas. Quizá sea el último año para que el proyecto de la Europa unida, en el que tienen la suerte de encontrar ayuda, recupere su potencia locomotora para tirar hacia delante de su vagón de cola. Pero los riesgos que se van a poner en evidencia en Grecia no son una exclusiva de la desordenada República Helena. Los cuervos, aunque de distintas familias, revolotean por Italia, por Francia y hasta por España. Todo el arco sur mediterráneo aparece amenazado por toda suerte de marejadas antieuropeas contrarias a la lógica de las libertades económicas y de las sociedades abiertas. Una marejada que, de convertirse en tempestad general, podría hacer quebrar el proyecto político más importante de los Siglos XX y XXI: la Unión Europea.
 
            Existe una doble disyuntiva de que las desventuras de Grecia repercutan positivamente en el conjunto europeo y, especialmente, en el año superelectoral que nos espera en España. Si Syriza no es capaz de formar gobierno en las penosas condiciones por que pasa Grecia, será razonable pensar que sus conmilitones españoles no tendrán la menor posibilidad de ser tomados en consideración en una España en condiciones mucho mejores. Si Syriza consigue formar un gobierno a su medida en Grecia, los electores españoles van a tener tiempo para contemplar durante varios meses el absurdo espectáculo que provocan los cuervos luchando para repartirse los restos que sobrevivan entre las ruinas políticas y las garras de los prestamistas. Cada uno de estos resultados constituirá un tipo de vacuna contra las improvisaciones extremistas.

Gabriel Elorriaga F.

Ex diputado y ex senador

Gabriel Elorriaga F. fue diputado y senador español por el Partido Popular. Fue director del gabinete de Manuel Fraga cuando éste era ministro de Información y Turismo. También participó en la fundación del partido Reforma Democrática. También ha escrito varios libros, tales como 'Así habló Don Quijote', 'Sed de Dios', 'Diktapenuria', 'La vocación política', 'Fraga y el eje de la transición' o 'Canalejas o el liberalismo social'.

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