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Entre el Supremo y las Cinco Llagas

Entre el Supremo y las Cinco Llagas

miércoles 15 de abril de 2015, 11:45h
A falta de que comparezca Gaspar Zarrías ante el Tribunal Supremo, ya lo han hecho los principales aforados pre imputados por la jueza Mercedes Alaya. Por la docta casa pasó don Pepito, pasó don Manuel pasó Viera y queda por declarar el fontanero mayor de Andalucía, Gaspar, el hombre en la sombra que conocía al dedillo a donde iba cada céntimo de los fondos que se repartían en la Junta y que daba instrucciones precisas para el reparto en los "consejillos" que él presidía. Por más indicios que aporte la Udyco y la magistrada sevillana sobre sus responsabilidades en el caso de los EREs fraudulentos, no esperen que Zarrías aporte nada nuevo a lo ya conocido ni que tire de la manta por mucho que Susana lo haya apartado del poder. Si hay alguien leal al partido, hasta en los peores momentos, ese ha sido siempre el virrey jiennense de Andalucía.

Si Pepe Griñán reconoció al menos ante el Supremo que se había producido un gran fraude aunque él no se enteró con el turbio asunto de los EREs, su antecesor en el cargo, Manuel Chaves, no sólo echó balones fuera y culpó a sus subordinados, elemental querido Watson, sino que negó la mayor señalando que durante el tiempo que él fue presidente de la Junta, casi veinte años, desde 1990 a 2009, "nunca jamás se ha adoptado en el Consejo de Gobierno ninguna decisión legal. Nunca". Yo le pediría al ex presidente andaluz que, como James Bond, nunca diga nunca jamás porque, además de ser una reiteración absurda, puede que alguien le haga tragar las palabras al "probe Manué". De momento, el ex interventor general de la Junta entre los años 2000 y 2010, Manuel Gómez Martínez, quien alertó en al menos ocho ocasiones a los Consejos de Gobierno de Chaves y Griñán que las cosas de los EREs no se estaban haciendo conforme a la legalidad vigente, ha pedido declarar ante el Tribunal Supremo para desmontar la estrategia seguida por los líderes socialistas de descargar la culpa en terceras personas.

Desde luego, dadas las circunstancias yo no sé quien le aconsejó a Susana Díaz que adelantara las elecciones andaluzas al mes de marzo. En estos momentos tiene sobre la mesa de San Telmo más problemas que un libro de integrales. Están sus predecesores todo el día en los medios de comunicación saliendo y entrando del Supremo y, a escasos días de su presunta investidura, aún no cuenta con apoyo alguno para que ésta se produzca dentro de la normalidad legislativa. Por no llegar a acuerdos ni siquiera se va a poder constituir la Mesa de Parlamento. Al contrario, de momento, y si no logra arreglar el asunto a última hora con Podemos o con Ciudadanos, existen bastantes posibilidades de que los andaluces tengamos que acudir de nuevo a las urnas después de las municipales y antes del verano. Ella, que es muy suya, culpa a los demás de no respetar la decisión de los ciudadanos, pero esa tesis es un sofisma que ya nadie se cree. Como decía Ortega, "no es eso, no es eso· La única culpable del cacao que pende sobre Andalucía como una espada de Damocles, se llama Susana Díaz Pacheco. El problema para Andalucía es ella y sólo ella que, aupada por los popes de las tertulias y los desencantados de Zapatero y Pedro Sánchez. se ha creído la reina del mambo y, por su soberbia y autosuficiencia, nos ha metido a todos en un lío de padre y muy señor mío. Así las cosas yo le pediría al ex presidente Felipe González que volviera y cogiera las riendas de un partido en manos de arribistas mediocres. Remedando a Aznar le diría aquello de "Vuelva, señor González". Porfa, Felipe, vuelve y pon orden en el tinglado político   
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