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Tiempo de pactos

miércoles 03 de junio de 2015, 15:12h
"Donde estoy yo, allí está el socialismo", dejó dicho François Mitterand, gran camaleón de la política francesa. Un tipo pragmático. Tiene discípulos. Y no solo en el solar de la izquierda. En razón de la macedonia política que nos ha dejado el 24M (los ciudadanos quieren pluralismo), aquí y allá se dejan oír voces llamando a pactar en "nombre de la estabilidad" -argumento regio de los dirigentes del PP que se han quedado en puertas de mayorías autosuficientes-.

"Los ciudadanos han votado cambio"- dice Pedro Sánchez desde el PSOE para explicar por qué ahora van a pactar con Podemos (en Toledo, en Zaragoza, en Valencia) cuando habían dicho durante la campaña electoral que no querían saber nada con los "populistas". "Pantarei", todo fluye. También en el campamento de los seguidores de Pablo Iglesias que a la vista de que en Zaragoza tienen a tiro de pacto la presidencia de la comunidad o la alcaldía en el caso de Madrid, ya se han olvidado de que el PSOE era "casta" y tanto Echenique como Manuela Carmena hablan ¡vaya que si se hablan" con los chicos de Ferraz.

Y lo mismo pasa en Barcelona con el PSC de Iceta y Colubi (hundidos, como nunca, pero dispuestos a seguir en la misma deriva) y ofrecen su apoyo a Ada Colau quien, a su vez, -Sant Jaume bien vale un retracto- acepta apoyar la ucronía independentista de Oriol Junqueras a cambio de que ERC, le entregue la vara de alcaldesa de la Ciudad Condal. Albert Rivera tampoco se queda atrás.

En los discursos de cuando estaba en campaña, todo eran "líneas rojas" para evitar contagiarse de la contaminación ambiental y, en horas veinticuatro, desayuno con Pedro Sánchez en un hotel de Madrid y almuerzo en La Moncloa con Mariano Rajoy. Tiene abiertos contactos con aquellos dirigentes del PP (caso señalado el de Cristina Cifuentes en Madrid) urgidos del apoyo de Ciudadanos para hacerse con el poder regional o municipal. Los recién llegados a la mesa -Podemos y Ciudadanos- aunque sobreactúan para darse importancia y por miedo a perder clientela -las elecciones legislativas están a la vuelta de la esquina- están dando inopinadas muestras de pragmatismo.

Qué tendrá el poder que todo lo cambia y lo que ayer eran "líneas rojas" hoy es sentido de la responsabilidad. En el fondo, deberíamos alegrarnos porque como bien sabía Lampedusa, en política, salvo en los períodos revolucionarios, nada de lo esencial desaparece, como mucho, se transforma.
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