La ley según Ada Colau

Nos enseñaron, de pequeños, que había que honrar e imitar a los mayores en edad, dignidad y gobierno.

Menos mal que entonces no teníamos como ejemplo a Ada Colau. Como si estuviésemos en la Alemania nazi y no en la España de la democracia, la susodicha acaba de decir: “No respetaremos las leyes injustas”.

Dichosa ella, que puede hacerlo, al igual que todos los políticos de la “casta” que la precedieron y cuya impunidad ha denunciado repetidamente antes de convertirse ella misma en una política con poder a espuertas.

Además, ella, por fortuna, si no está de acuerdo con las leyes puede propiciar su cambio, ya que para eso es dirigente de un partido con vocación de mando. A usted y a mí, en cambio, pobrecitos, si se nos ocurriese incumplir las leyes nos crujirían sin compasión todos los poderes del Estado.

Menudo ejemplo, pues, el de Ada.

Como el concepto de lo justo e injusto, al margen de la ley, es subjetivo, de imitar a la dirigente política todos podríamos hacer de nuestra capa un sayo: uno no aceptaría la limitación de velocidad en las carreteras, otro no pagaría el IRPF, otro más pondría el televisor a todo volumen a las tres de la madrugada,…

Ya ven el escenario que nos proponen.

Pero no acaben de creérselo, porque la Colau, como muchos de su cuerda, lo que quiere es incumplir ella la ley cuando le venga en gana. Pero a usted y a mí, insisto, que no se nos ocurra hacerlo: no sólo deberemos acatar todas las leyes ya existentes sino las muchísimas más que preparan Ada Colau y sus congéneres para no darnos tregua.