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La bandera es de todos

martes 07 de julio de 2015, 12:49h
Es obvio que la bandera rojigualda con gallina incluida era la bandera del franquismo y por tanto los demócratas no la considerábamos nuestra.

La utilización de la bandera de España por el PSOE en la proclamación de Pedro Sánchez como candidato a la presidencia del Gobierno ha sido un acierto. Pero una larga historia de cuarenta años ha precedido a este momento.

Que yo recuerde en ningún momento el PSOE hizo pública su aceptación de la bandera rojigualda antes de la aprobación de la constitución del 78. Los gestos son importantes y los símbolos también.

En la campaña del 77 ya habíamos cambiado el viejo símbolo del yunque y la pluma por el puño y la rosa de la internacional socialista, pero con una modificación nuestro puño era el izquierdo, en vez del derecho de la Internacional. La razón, estudios de opinión que habíamos hecho y nos aconsejaban hacerlo así. Tanto el saludo fascista como el saludo puño derecho en alto eran mayoritariamente rechazados por la ciudadanía.

Alguna discusión, sin que nunca llegara la sangre al río, tuvimos con viejos militantes que se negaban a que se les sustituyera su vieja bandera roja con yunque y pluma, por la nueva con puño y rosa. Especialmente recuerdo una, con unos viejos y admirados militantes de Vizcaya, Juan Iglesias a la cabeza, en el primer mitin de Felipe González de la campaña del 77 en Bilbao. Al final lo comprendieron y se avinieron a plegar su vieja bandera.

En aquella campaña no lucíamos la rojigualda pero evitábamos que apareciesen banderas republicanas.

El Partido Comunista hizo lo mismo, pero los incidentes los resolvieron a tortazos en más de una ocasión, con gran repercusión mediática. Nosotros tuvimos mas cuidado o fuimos mas sutiles y nunca hubo violencia física. A más de un compañero, con bandera republicana incluida, le dábamos fuerte abrazo y nos lo llevábamos en volandas lejos del escenario.

Como anécdota, contaré que en el mitin en la Plaza de toros de Cáceres, donde el número uno de la lista era el inefable Pablo Castellanos, alguien contrató a unos gitanillos para que se encerraran en un palco y desplegaran banderas republicanas. Con lo que no contaban es que en el equipo de seguridad que iba con nosotros había dos escaladores. Treparon por la fachada, entraron en el palco y retiraron las banderas.

Otro gesto fue nuestro Bad Godesberg abandonando el marxismo en nuestro programa.

Por aquel entonces había una moda entre los socialdemócratas europeos, suecos y alemanes, que llevaban un alfiler con la cabeza roja en la solapa. Yo intente que los copiáramos pero no tuve éxito en mi propuesta.

Una vez aprobada la nueva Constitución, ya teníamos bandera constitucional pero no fuimos hábiles y dejamos que la extrema derecha con gallina incluida y después la derecha de Fraga que ya había dicho que la calle es mía, y que supongo que pensaba que la bandera también, se apropiaran de la bandera que ya era de todos y no supimos reaccionar.

Alguna propuesta hubo en el PSOE para una utilización masiva de la rojigualda pero tampoco prospero.

En las manifestaciones del 23-F es cuando recuerdo por primera vez que gentes progresistas llevaran banderas españolas con orgullo.

En el mitin del cierre de campaña del 82 en la explanada de la Ciudad Universitaria de Madrid, ondeaban algunas banderas de España. Felipe González les dio la bienvenida e insistió en que eran nuestras banderas.

Cuando llegamos al Gobierno, en diciembre del 82, como secretario de la Presidencia tuve dos actuaciones con la bandera. Una fue en una visita al acuartelamiento de la Guardia Civil en Moncloa. Tenían una bandera preconstitucional. Le pregunte al capitán de aquel acuartelamiento cuál era la razón y me confesó que no tenían presupuesto para adquirir una nueva. Me apresure a facilitarle una bandera constitucional que adquirí con fondos reservados.

En Moncloa había varias banderas, pero eran de tela muy pesadas y no ondeaban a menos que hiciese muchísimo viento. Di orden de que se confeccionasen banderas con tela de spinnakers (vela muy grande y de tela muy fina y ligera).

Cuando dejé Moncloa, pedí y me regalaron una de aquellas banderas de tela de spinnakers que ya habían retirado por que se había roto. La arreglé y la utilicé en mi velero como bandera de batalla. Con motivo de las olimpiadas en Barcelona, fui con mi barco al puerto de Port Ginesta en Castelldefels.

Me sorprendió que en Barcelona no hubiera una sola bandera española. Sólo recuerdo banderas de la ciudad de Barcelona. Tampoco había banderas catalanas.

El día de la inauguración de las Olimpiadas icé en proa mi gran bandera española. Al cabo de un rato pasó por delante de mi atraque un barco de motor no muy grande en el que iba una familia castellanoparlante y mi sorpresa fue cuando oí que uno de los niños le decía a su padre y señalando mi barco: “Papa, mira, un facha”. De verdad, no sé si se me cayó el alma a los pies, o los huevos al suelo…

Lo compensó el entonces Príncipe de Asturias llevando la gran bandera española en la inauguración.

Hay que reconocer que gracias al deporte la bandera española se ha “popularizado” y mucha gente la exhibe con orgullo sin matices politicos.

Hasta el otro día el PSOE ha respetado la bandera española pero no la había utilizado como elemento identitario. Enhorabuena al equipo de Pedro Sánchez.

La bandera española es de todos.

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