Agosto se presenta complicado: se supone, de momento sólo eso aunque se dé por seguro, que el Consejo de Ministros del 31 de julio dará luz verde a los Presupuestos Generales del Estado y, dado que su tramitación no dura nunca menos de tres meses, habrá que empezar cuanto antes con un encaje de bolillos de fechas… en las que, además, habrá que meter con calzador la promesa de Mariano Rajoy de votar el acuerdo con Grecia… lo que no podrá ocurrir hasta ver cómo se desarrollan las negociaciones en el Eurogrupo… Y eso sí que es una incógnita.
Quizá ese 31 de julio, último Consejo de Ministros antes de unas breves vacaciones, se despejen algunas dudas porque lo que parece inamovible es que Mariano Rajoy comparecerá para hacer balance de ‘fin de curso’. En Moncloa se devanan los sesos para encajar en el guión de ese viernes, si es que se aprueban, los presupuestos. Una cascada de cifras que se come por derecho propio una rueda de prensa. O no. La última palabra la tendrá, como siempre, el presidente.
Una avalancha que trastoca el ansiado descanso de los líderes de la oposición. Algunos como Pablo Iglesias ya han comentado en privado que necesitan parar al menos un par de semanas para recuperar fuelle y otros como Pedro Sánchez y en especial Albert Rivera ya no pueden disimular las ojeras. Unos y otros se olvidan de que Mariano Rajoy, amante del ciclismo, es un corredor del fondo. Con sus contrincantes agotados, ha cambiado de piñón y se destaca del pelotón en el ascenso al puerto de las Generales.
Atentos a su conferencia de este miércoles en el Club Antares de Sevilla y, el jueves, a su discurso de inauguración –a las nueve de la mañana- de las jornadas sobre empleo del diario La Razón. El fin de semana, se rumorea, podría recalar en Cataluña.
Cataluña, precisamente, es ahora el centro de atención del Ejecutivo. Ayllón dejó claro ayer en su encuentro con un grupo de periodistas desarmados den cámaras y micrófonos que se están haciendo los deberes. “Lo que no va a hacer el Gobierno es dar pistas sobre lo que va a hacer antes de que pasen las cosas. No se pueden recurrir declaraciones, sino decisiones”.
A preguntas obvias, respuestas obvias. Todo en el terreno de las hipótesis, insistía una y otra vez el secretario de Estado. Si ganan los independentistas y sacan adelante la llamada Ley de Transitoriedad para “desconectarse” de España, el Gobierno la recurrirá, todo o en parte, ante los tribunales. Está obligado a ello.
“Lo que preocupa al Gobierno”, explicó Ayllón, es cómo se organiza esa lista única si consigue ganar las elecciones. “¿Cuántos grupos parlamentarios formará? ¿Dos, tres o diecisiete? ¿Quién va a gestionar la Sanidad, ERC o CDC? Hay muchas incógnitas y el Gobierno se guarda sus respuestas”. Cuestión de estrategia.
En clave interna, José Luis Ayllón, diputado del PP catalán, también se agarra a que ni siquiera están convocadas las elecciones para ratificar públicamente –o no- a Alicia Sánchez-Camacho como la cabeza de lista en las autonómicas. Un periódico catalán asegura que ya está hecho, pero la respuesta de ayer en Moncloa fue que “no hay ninguna novedad, tampoco para que no lo sea”.
En la misma línea de prudencia, el secretario de Estado eludió valorar las encuestas que apuntan a una recuperación del PP en intención electoral –insuficiente aún para sumar mayoría absoluta con C’s- y se limitó a destacar “la tendencia” al alza. El objetivo del Gobierno es conseguir los 20 millones de españoles con empleo que ha prometido Rajoy, “y sólo lo lograremos si Pedro [Sánchez] y Pablo [Iglesias] no consiguen el que buscan”.
En el repaso a la actualidad política Moncloa también anunció que será la ministra de Agricultura, Isabel García Tejerina, quien represente al Gobierno en la toma de posesión de la nueva presidenta de Navarra, Uxue Barcos. “Es muy difícil coordinar la agenda de los ministros con tan poco tiempo de maniobra”, aclaró un diplomático Ayllón para negar la evidencia del ‘bajo nivel’ que marcará las relaciones futuras con el Ejecutivo foral.
¿Y sobre las nuevas amenazas de
Luis Bárcenas? “Más no podemos hacer”, suspiró un resignado José Luis Ayllón.
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