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Adictos a los tontos inútiles

martes 21 de julio de 2015, 09:47h

Cada día me convenzo más de que el líder socialista, Pedro Sánchez, está alcanzando a ritmo acelerado unas cotas de estupidez que, llegado el momento, podrían superar incluso a las sandeces supinas de su antecesor en el cargo, José Luis Rodríguez Zapatero. Me da la impresión de que son muchos en el seno del PSOE los que piensan como yo, pero se callan por aquello de no jugar con el pan de sus niños, entre ellos la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, quien, mientras lo respalda públicamente como candidato a la Presidencia del Gobierno, no oculta en círculos privados su escasa confianza en el guapito de cara que dirige los destinos del socialismo hispano y que podría convertirse a finales de año en el futuro próximo presidente del Gobierno. Salvando las distancias es de lo poco en lo que coincido con nuestra presidenta, en no fiarme ni un pelo de los ases que se guarda en la manga Pedro Sánchez para poder acceder a la Presidencia del Consejo de Ministros.

En el escaso tiempo en el que lleva conduciendo las riendas del socialismo español, algo más de un año, Sánchez ha puesto en marcha algunas iniciativas que dejan en pañales los errores más graves de su antecesor. Lo único que le falta es tener en nómina una Leire Pajín que diga aquello de la coincidencia interplanetaria y estelar en su cita con Obama. Pero no se preocupen que todo se andará. No sé si se han dado cuenta pero Sánchez tiene dos facetas claramente diferenciadas. Una, los discursos a los militantes y dirigentes de su partido en los que suelta una extensa parrafada de obviedades que no aportan nada nuevo, y otra, peor aún, en la que pretendiendo decir algo nuevo y original, sale en defensa de Syriza, de Podemos, de los independentistas catalanes y de todos aquellos que pueden llevar a este país al borde del abismo.

Bueno, pues pese a este desolador panorama, ¿qué se apuestan que consigue hacerse con la Presidencia del Gobierno de España antes de que acabe el año? Porque ganar no va a ganar, pero ya está moviendo las fichas para conseguir el apoyo de Podemos, de Ciudadanos o de quien haga falta para hacerse con las riendas del poder. Las últimas elecciones municipales y autonómicas no han sido sino un ensayo de lo que va a ocurrir en diciembre. El du ut des o el quid pro quo que decían los latinos es algo que Sánchez ha aprendido con rapidez y lo está aplicando haciendo tabla rasa de su propia ideología y de los principios que siempre ha defendido la socialdemocracia. A él le da igual ocho que ochenta y su única pretensión es alcanzar el poder al precio que sea aunque sus alianzas puedan llevar al país al desastre. Ya han visto la última promesa, el llamado “ingreso mínimo vital” que es lo mismo que la renta básica que prometía Podemos, es decir 426 euros mensuales para todas aquellas familias sin ingresos, que podrían ser cerca del millón. ¿Será por promesas? Porque como Pablo Iglesias, Sánchez no dice de donde va a sacar el dinero, una pila de millones de euros, para pagar ese ingreso mínimo vital. Él lo suelta y si lega el caso de tener que cumplir la promesa, hará como Zapatero con el famoso Plan E, tirará con pólvora de rey dilapidando el escaso dinero que nos queda a los españoles y el que venga detrá que arrée.

Y es que los españoles somos lo suficientemente gilipollas, ignorantes y manipulables como para que aquí no gane el mejor o el más preparado, sino que pesa mucho lo de la imagen de modelo madurito, de guaperas simpático y lo de la pose de señor alto, atractivo y moderado que Sánchez da ante las cámaras de la tele para llevarse el gato al agua en unas elecciones sin claros favoritos. ¿De qué le ha servido a Rajoy el haber enderezado nuestra economía y habernos sacado del pozo en que nos metió Zapatero? Absolutamente de nada. La gente se ha quedado con la copla que tan bien han vendido los socialistas de los recortes, la austeridad, el rescate de la banca, los sacrificios y la reforma laboral y se ha olvidado del cuento ese que tan solo hace un par de años nos ponía los pelos de punta, ¿se acuerdan de la intervención europea, del rescate, de los hombres de negro, de la prima de riesgo por encima de los seiscientos puntos básicos?

Ahora, mientras en el sur nos asamos a fuego lento con las olas de calor, en Cataluña siguen con la matraca independentista liderada por el Mas y el Junquera con la famosa lista única a la que han añadido al entrenador del Bayern, José Guardiola, para ponerle la guinda a un desaguisado que no hay por donde comérselo. Decía un político socialista ahora en retirada que la mejor forma de combatir los nacionalismos es viajando y leyendo, pero, claro, desde que aquí descentralizamos las competencias educativas, esos nacionalismos, todos ellos, incluído el andaluz, no han hecho más que tergiversar la historia y reducir este mundo cada día más globalizado, a las cuatro paredes de unas regiones cada día más analfabetas. Aquellos polvos nacidos con los estados de las autonomías el café para todos de Clavero, han traido estos lodos. Ahora va a ser difícil desactivar la bomba de relojería que todos los partidos, desde la UCD de Suárez al PP de Rajoy pasando por Aznar y por el PSOE de González y Zapatero, activaron en su momento por puros intereses electoralistas. Una bomba que va a estallar dentro de un mes.

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