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Con la música a otra parte

martes 22 de septiembre de 2015, 08:01h

Que conste que no tengo nada en contra de un género que ha dado verdaderas obras de arte a la cultura popular y ha dejado insignes letras de Rafael de León que son trágicas historias noveladas y resumidas en escasos y concisos versos. Al contrario, me encanta. Me refiero, claro, está, a la copla. Ahora comienzo a comprender el éxito del programa “Se llama copla” en Canal Sur. Un éxito que no se debe al caché de su presentadora, Eva González, a la recuperación de las canciones populares de las folklóricas del siglo pasado ni al empeño por lanzar a la fama a jóvenes cantantes desconocidos de cualquier pueblo de Andalucía. Se debe, sobre todo, a la incultura musical que arrastramos los andaluces desde nuestra más tierna infancia y que la Junta se empeña en perpetuar hasta la eternidad. Y la culpa no la tiene la copla en sí, que ha sido, es y será un género musical español, sino todo el entramado que rodea a quienes se ha aprovechado de ella para manipular a las masas, desde el régimen franquista hasta el mismísimo Gobierno socialista andaluz. No me extraña que los sábados por la noche, en los pueblos pequeños de nuestra comunidad, el noventa por ciento de los hogares andaluces tengan sintonizado la RTVA y familias enteras disfruten con los gorgoritos de los y las participantes entonando Tatuaje, Ojos verdes, María de la O, ¡Ay pena, penita, pena!, Las doce farolas, Con divisa verde y oro o La falsa monéa.

Valga esta introducción para dejar claro que la música, sea la que sea, desde la clásica al rap pasando por el flamenco, el tango, el rock y las cientos de modalidades que la forman, es un tema fundamental en la educación de nuestros hijos. Hasta ahí, nada que objetar, pero ocurre que las administraciones públicas no dan puntadas sin hilo y, al igual que en Cataluña se manipula la historia para fomentar el odio a España, aquí lo que parece que intentan es hacer a nuestros hijos cada día más analfabetos. El ejemplo paradigmático es el libro que le han dado a los alumnos de Música en 3º de Primaria en los colegios públicos y concertados en el que la copla no existe.

Para los autores, asesorados por “expertos” de la Junta ,el flamenco no existe como música andaluza y las grandes referencias de cantantes andaluces son, por este orden, Joaquín Sabina, Pastora Soler, Merche y David Bisbal. Nada de Paco de Lucía, de Enrique Morente, de Manolo Sanlúcar, de Caracol, de Antonio Mairena, de la Niña de los Peines ni de Lola Flores, Rocío Jurado, Isabel Pantoja, Manolo Escobar, Raphael o Carlos Cano, tan importante para la copla andaluza durante la transición, y mucho menos de Granados, de Manuel de Falla , de Joaquín Turina, de Andrés Segovia o de cualquier genio del piano o la guitarra que ha dadp nuestra tierra que han sido muchos. Para ellos en la música clásica solo existe Cristóbal de Morales y el baile de los Seises de la Catedral de Sevilla. En cuanto a los instrumentos propios de Andalucía se ignora la guitarra creada por el almeriense Antonio de Torres, y sólo se menciona, toma del frasco carrasco, el tamboril y el pito rociero, ambos estrechamente ligados, como todos ustedes saben, a las fiestas de Andalucía Oriental. Y, hombre, Sabina puede gustar, pero musica andaluza, lo que se dice andaluza, ha escrito poca. En cuanto a Bisbal como no sea su Bulería...

Uno no acaba de entender tamaña sandez y llega a sospechar que entre los nombres que cita el libro como máximas referencias musicales andaluzas, y entre los que también se citan, cómo no, a Alejandro Sanz, Malú, Ketama o José el Francés, deben de ser los cantantes preferidos de la superpresidenta Susana Díaz y de ahí su inclusión en el texto. Pero lo que más extraña en el citado libro, que debería de ser retirado inmediatamente de las escuelas andaluzas por preservar la salud mental de nuestros infantes, es la total omisión del flamenco cuando la propia Junta tiene una Agencia propia, el Instituto Andaluz del Flamenco, dedicada a defender y fomentar esta música y que en su momento estuvo presidido por la ex ministra Bibiana Aído, ahora colocada en un alto cargo de la ONU por sus más que merecidos méritos intelectuales.

Muchos de ustedes creerán que se trata de un hecho anedótico de alguien que no ha sabido hacer su trabajo, pero uno, que lleva en esto del comentario político muchos años, está convencido que nada ocurre por casualidad y que todo tiene su por qué. Es posible que todo se deba a algún progre de la nueva hornada que quiere acabar con toda la antigualla y el folkclorismo que ha rodeado durante años la música andaluza. Los niños de ahora no deben conocer El amor brujo o Granada de Falla o la Sevillana o el Fandanguillo de Turina sino el Pongamos que hablo de Madrid. Es lo que nos espera en un futuro no muy lejano. Adios al olé y bienvenida sea la bulería de Bisbal.

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