La lectura de Pedro Sánchez de unas encuestas que no terminan de ponerse de su lado es que “los españoles no quieren mayorías absolutas, quieren un giro a la izquierda y Rajoy es el presidente peor valorado de la Historia”. Para desesperación de su interlocutora, el líder socialista estaba empeñado en polarizar el debate electoral como un duelo entre él y el líder del PP y le costó que pronunciara los nombres de Pablo Iglesias y Albert Rivera, y cuando por fin lo hizo fue bajando el tono y de pasada.
Su desventaja frente a Rajoy es que a él le están robando votos por ambos flancos, “izquierda y centro”, concretó Ana Blanco. En su dura respuesta, especialmente la dedicada a Podemos, a Sánchez se le notó que la herida sangra. A Ciudadanos con lo de que son las “nuevas generaciones” del PP, el sambenito que quiere colgar del cuello de Albert Rivera.“Y España no necesita más derechas”, advirtió.
En cuanto a Pablo Iglesias, Sánchez no le perdona que pida su apoyo para ser presidente, “pero no esté dispuesto a hacerlo conmigo. Me hace mucha gracia”, apostilló. El problema, se quejó el socialista, es que Podemos “está dispuesto” a dejar que gobierne el PP con tal de que no lo haga el PSOE. Culpa de ello a los líderes del partido morado: “Hay bastante desorientación por parte de su dirección hacia su electorado”, fue su análisis.
Sobre Rajoy, su veredicto fue que la confianza que le habían dado los españoles en forma de mayoría absoluta “se quebró el día que envió los mensajes a Bárcenas”. Sánchez quiere que Rajoy cargue con la china de la corrupción frente a un candidato socialista “limpio” de arriba abajo, sin nada que ocultar en lo que concierne a los casos que afectan al PSOE.
Al llegar a Cataluña se notó el efecto del llamamiento del presidente del Gobierno para sacar el desafío soberanista del debate político. Sánchez no hizo sangre salvo para señalar a Rajoy como el “responsable político” de la crisis y se limitó a reiterar su disposición al diálogo con su reforma de la Constitución bajo el brazo como paso previo de cualquier solución. Un referéndum ahora sería un fracaso, advirtió: primero hay que llegar a un acuerdo para modificar la Carta Magna “y luego votar”.
En el corto plazo, Sánchez asumió que el Tribunal Constitucional "tendrá que actuar" si se aprueba la resolución independentista de Junts pel Sí y la CUP y espera que estos partidos y las instituciones catalanas "cumplan con la sentencia" del Alto Tribunal. No se pronuncia sobre la aplicación del artículo 155 para suspender la autonomía catalana porque “antes se debe buscar una solución política”.
El principal obstáculo, explicó, es que hay personas “muy interesadas en azuzar la confrontación" para tapar sus trapos sucios, señalando directamente a Artur Mas y Mariano Rajoy como líderes de dos partidos acosados por los casos de corrupción.
Las preguntas de los 12 ciudadanos, los mismos que se las hicieron a Rajoy, le dieron la oportunidad de repasar lo más destacado de su programa electoral, con la derogación de la reforma laboral como punta de lanza.