Esperanza con una dosis de realismo. Así empezó la tarde en la sede socialista de la calle de Ferraz. La mayoría tenían claro quién quería que fuese el presidente pero reconocían que la posibilidad de ganar era remota. Mantenían con desconfianza la esperanza de superar los pronósticos de las últimas encuestas, que situaban a Podemos como segunda fuerza más votada en lugar del PSOE. Una esperanza que fue creciendo a medida que salían los resultados.
Pasadas las 21:45 horas, con el 40% de las papeletas contabilizadas y una estimación de 96 escaños para los socialistas, las caras largas fueron sustituidas por sonrisas. César Luena, secretario de organización del partido, hacía entonces las primeras declaraciones, cargadas de optimismo pero con precaución: “el PP se hunde de manera histórica en escaños y en votos mientras el PSOE aguanta”.
Ya con el 90% del escrutinio los suspiros de alivio se iban multiplicando progresivamente. “Al menos hemos salvado los muebles”, comentaban algunos grupúsculos con satisfacción. Y para cuando Pedro Sánchez se dispuso a analizar el resultado electoral, la emoción pese a los resultados -los peores de su historia- ya se había apoderado de los cientos de militantes hacinados y acalorados por la falta de ventilación del salón principal. Cargados con banderas recibieron al candidato con un un inagotable aplauso y un multitudinario “Presidente, presidente”.
Sánchez abrió su discurso con tono victorioso y agradeciendo a los casi 5 millones de votantes su apoyo en un panorama electoral complejo y duro para su partido. “Durante esta campaña hemos visto una coalición de intereses que han intentado hacer desaparecer al PSOE y no lo han conseguido”. Mantenía así el orgullo socialista del que ha hecho alarde durante todos estos meses. “El PSOE es un partido ganador y así empezó su andadura en esta campaña”.
Una campaña en la que pedían el voto “por un futuro para la mayoría”, aunque Sánchez tuvo que admitir con resignación contenida que la mayoría no le ha elegido para liderar ese futuro. “España quiere la izquierda y quiere cambiar, pero con su voto los españoles han elegido que el PP sea la primera fuerza”, lamentó. Por ello, y para no salirse del guion establecido, Sánchez reconoció haber felicitado telefónicamente a Mariano Rajoy. Fue el único momento del discurso en el que se hizo el silencio entre los asistentes.
Y de los resultados autonómicos, ni una palabra. Y eso que fueron los que más revuelo causaron entre los militantes minutos antes de la aparición de Sánchez. Cuando la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría empezó a desglosar los resultados comunidad por comunidad volvieron las caras largas y la decepción. Especialmente con los datos de Madrid, feudo fundamental que los socialistas han perdido estrepitosamente con sólo 6 escaños frente a los 8 de Podemos y los 7 de Ciudadanos.
El resultado no ha sido el deseado –ni por autonomías ni a nivel nacional- y entre los militantes reconocían que la única opción de gobierno para los socialistas sería una alianza... Sánchez no ha hecho ninguna referencia directa a los pactos aunque dejaba una puerta entreabierta. “Empieza una nueva etapa política y democrática y el PSOE está dispuesto a dialogar y a llegar a acuerdos”. Declaraciones que fueron recibidas con un estruendoso aplauso y que desataron de nuevo los gritos de “Presidente, presidente”, tan recurridos a lo largo de todo el parlamento de Sánchez.
Entre abrazos y muestras de cariño de compañeros y militantes el líder del partido socialista abandonó rápidamente la sala, que en pocos minutos quedó completamente vacía y en silencio.
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No(
