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El PSOE decide hoy si da manos libres a Sánchez o se la juega con Podemos en las urnas

El PSOE decide hoy si da manos libres a Sánchez o se la juega con Podemos en las urnas
(Foto: EP)
viernes 29 de enero de 2016, 21:39h

Los 250 miembros del Comité Federal del PSOE tienen hoy en sus manos una decisión que puede cambiar este país. A 48 horas de que Pedro Sánchez se reúna de nuevo con el Rey, el máximo órgano de los socialistas debe decidir si da manos libres a su líder para negociar un pacto de Gobierno con quien considere conveniente mientras no sea el PP y no incluya nada ni remotamente parecido a un referéndum en Cataluña. Esta es la opción que parece más probable pese a sólo tener una salida, Podemos, y una cerradura que solo se puede abrir con la ayuda ‘desinteresada’ de ERC y Convergència (DyL). La alternativa es resignarse a pelearse con Podemos en las urnas y arriesgarse a una debacle aún mayor que la de diciembre. Mejor dentro de 18 meses, dicen algunos.

Para ser rigurosos, habría otra alternativa, una quimera a día de hoy: que el PSOE permita con su abstención un Gobierno en minoría del PP -con Rajoy ni se plantea- apoyado por Ciudadanos. A lo mejor es a eso a lo que se refiere Susana Díaz cuando dice que su partido debe ser “un instrumento útil” para España, aunque la expresión también es válida para el “gobierno del cambio” que reclama Pablo Iglesias.

Para el PSOE tampoco sería un camino de rosas quedarse en la oposición peleándose con Podemos tras permitir que el PP siga en el Gobierno. Como señala el defenestrado concejal madrileño Antonio Miguel Carmona, que rechaza tanto al PP como a Podemos, su partido está ante la conocida paradoja de elegir “entre susto o muerte”. La estrategia de apostar por un Ejecutivo corto, de 18 meses, como también maneja Mariano Rajoy como zanahoria de las negociaciones, sólo trata en realidad de ganar tiempo para que los socialistas puedan recomponerse para el próximo enfrentamiento electoral con Podemos.

Tanto para Carmona como para Susana Díaz y la práctica totalidad del PSOE el dilema no está tanto en pactar con Podemos como en el ‘baldón’ de necesitar que los “separatistas” catalanes se abstengan, con un margen tan ajustado que hasta los dos diputados de Bildu pueden ser decisivos. Para una parte significativa de los barones que hoy asisten al Comité Federal no basta con que Pedro Sánchez se comprometa a “no hablar” con ellos. ¿Bastaría con que ese día, los 17 diputados ERC y DyL se quedasen en casa? ¿Merece la pena renunciar al Gobierno por una votación?

Oportunidad histórica

Salvo una improbable epidemia de “responsabilidad histórica”, la repetición de las elecciones parece inevitable pese a que especialmente Sánchez e Iglesias saben que sus votantes no les perdonarán haber perdido una oportunidad no menos “histórica”. A uno empezarán a cuestionarle su capacidad para impedir que el PSOE se hunda aún más; al otro le reprocharán haberse erigido en líder carismático desde una vicepresidencia que recuerda más al papel del visir Iznogud, aquel que en un viejo cómic no paraba de repetir que quería “ser el califa en lugar del califa”.

En cuanto a la opción de Ciudadanos, la favorita de barones como el castellano manchego Emiliano García-Page, su única posibilidad es la citada epidemia de ‘sentido del Estado’ y dos condiciones, que, bien el PP o bien Podemos se suban al tren, y que Albert Rivera dé marcha atrás en su norma de no participar ni votar ‘si’ a un Gobierno que él no presida. Un ejecutivo en minoría que viviría una pesadilla y convierte en absurda la apuesta que más se acerca a la ‘gran coalición” que trata de resucitar el bipartidismo.

Los planes de Rajoy, sin embargo, se han estrellado camino de Valencia y Sánchez comparece hoy ante el Comité Federal con su adversario contra las cuerdas. El PP se enfrenta a la dura realidad de que ni siquiera con un nuevo candidato -es decir, Soraya Sáenz de Santamaría- conseguirá el necesario apoyo del PSOE para superar la votación de investidura.

Para los populares, la repetición de las elecciones es el mal menor ante la perspectiva de liderar la oposición y, en su caso, pelearse con Ciudadanos los titulares de prensa.

Es en este contexto en el que se debe colocar la penúltima trampa para elefantes ideada en Moncloa, el presunto limbo institucional en el que quedaría un país en el que nadie quiere ser presidente del Gobierno -eso sí que sería una paradoja-. El único problema es fijar cuándo empezarían a contar los famosos dos meses de plazo para poder negociar antes de disolver las Cámaras. En la Constitución sólo se contempla el escenario de que se produzca una primera votación para que el reloj eche a andar, pero para eso hace falta primero que haya un candidato.

La decisión de fijar esa fecha correspondería, en lógica democrática, a las Cortes Generales como máximo representante de la soberanía popular y el PP juega con ventaja para marcar el calendario como más le convenga. Los acuerdos con Ciudadanos en la Mesa del Congreso para fastidiar a Podemos son la mejor prueba.

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