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Los EREs y el parto de los montes

viernes 18 de marzo de 2016, 16:05h

Que conste que no creo en la objetividad. La opinión de cualquera, por muy equitativa que quiera ser, siempre es subjetiva porque el hecho objetivo ha pasado por el tamiz del cerebro de cada uno. Por eso creo que todos interpretamos los hechos a nuestra manera y le damos carta de naturaleza según la forma de pensar que nos guíe. A alguien de derechas les pueden parecer atroces las propuestas de Podemos y a los seguidores de Pablo Iglesias le parecerán retrógradas los postulados que defiende el PP. Pese a ser dos posiciones enfrentadas y que, como el agua y el aceite, nunca llegarán a encontrarse, ambos pueden llevar razón siempre que esas propuestas entren dentro de la lógica que rige nuestra sociedad.

Por ello no acabo de entender lo de las líneas rojas que han puesto unos y otros a la hora de entablar conversaciones en busca de acuerdos de gobernabilidad. Y lo entiendo menos aún en otras fuerzas más moderadas con es el PSOE. La negativa en redondo a entablar diálogo, cualquier tipo de diálogo, me parece una actitud infantil cuando no despreciativa por parte de los líderes políticos, sobre todo porque su opinión representa no sólo a una persona en concreto, llámese ésta Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Albert Rivera o Pablo Iglesias, sino a millones de ciudadanos que los han respaldado con sus votos colocándolos en los lugares que ahora ocupan.

Viene esta exposición de intenciones a cuento de estar a punto de cumplirse ya los tres meses desde que se celebraron las elecciones generales del 20-D y las cosas parecen estar en el mismo punto de salida que hace casi cien días. Nuestros políticos están perdiendo el tiempo en busca simplemente de sus intereses personales, de colocarse en los altares por si acaso nadie logra la investidura y se tienen que celebrar nuevas elecciones el 26 de junio.

El ejemplo más claro lo tenemos en Pedro Sánchez. Habiendo logrado ese nefasto récord que es el peor resultado electoral obtenido por el Partido Socialista en toda su larga historia, Sánchez parece que ha ganado las elecciones. Está que no para. Se recorre España de norte a sur, se entrevista con el presidente de la Generalitat,va a Bruselas, firma un acuerdo con luz y taquígrados con Ciudadanos y se entrevista a escondidas con Pablo Iglesias. Vamos un vivo sin vivir en mí como si estuviera en plena campaña electoral y las elecciones fuesen en quince días.

Y mientras todo esto ocurre en Madrid, en Andalucía seguimos con la traca de los EREs fraudulentos de la Junta. La tan esperada comparecencia ante el juez de Chaves, Griñán y Viera ha quedado, como se esperaba, en nada. Ha sido como el parto de los montes, muchos gritos, mucho ruído para dar a luz un pequeño ratón. Susana Díaz debe de estar contenta, no sólo porque José Antonio Viera, su ex jefe directo en el partido y su íntimo enemigo, no haya tirado de la manta como temían algunos de sus compañeros de Sevilla, sino porque la nueva magistrada que instruye la macrocausa, Mariángeles NúñezBolaños, está dejando claro que quiere acabar cuanto antes con este lío que le dejó en herencia Mercedes Alaya.

Por lo pronto ya ha tenido que archivar doce expedientes que han prescrito. Y al ritmo que va, mucho me temo que antes del verano prescribirán otra veintena más antes de que se abra el primer juicio oral que la jueza quiere que se celebre antes del finales de año. Lo he repetido en anteriores artículos hasta la saciedad. ¿Ustedes creen de verdad, que de los casi doscientos investigados-imputados en la macrocausa de los EREs va a ser condenado alguien que no sea Francisco Javier Guerrero o el ex consejero AntonioFernández? ¿Alguien cree que, tal y como ha reiterado la presidenta de la Junta en diversas ocasiones, se van a recuperar aunque sólo sea un diez por ciento del dinero desaparecido? Me apuesto lo que quieran que lo de los EREs va a ser, al final, el fiasco más enorme de la justicia en España. Media docena de jueces, seis años de investigaciones de la Policía y la Guardia Civil, millones de folios de instrucción, doscientas personas investigadas o imputadas, dos presidentes de la Junta dimitidos, casi medio centenar de altos cargos de la Junta imputados, alrededor de mil millones de euros que deberían de haber sido destinados a los parados andaluces, perdidos en las cloacas de la Administración. Todo ello para nada. ¿Habrase visto mayor despropósito? Al final, ya verán como muchos sacan pecho y afirman que todo este lío de los EREs nos fue sino un invento del PP para acabar con el sempiterno poder socialista en Andalucía. Al tiempo.

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