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Zotes

domingo 09 de diciembre de 2007, 01:28h
Ignorantes, torpes y tardos en aprender (según la definición del diccionario de la Real Academia), así van a ser los futuros españoles si no se pone remedio de inmediato al pésimo nivel educativo de los jóvenes. El, tan mentado estos días, Informe Pisa, no ha hecho más que describir lo que los profesores de primaria y secundaría venían años denunciando: los alumnos hablan mal el español, no leen, no comprenden ni los enunciados de los problemas de matemáticas y los padres ayudan poco, cuando no entorpecen, la labor docente. Comienzan ahora unas semanas en las que la clase política se dedicará a decir "fuiste tú que estuviste antes" o "han sido tus pésimas leyes las que nos han llevado a este fracaso". Para cuando acaben de tirarse los trastos a la cabeza, sobre los traseros de los escolares, tienen pendiente la primera tarea: llegar a un pacto de Estado sobre la Educación que impida este baile de normas, que hace que un estudiante pase por cinco planes de estudio antes de llegar a la Universidad.

Ese pacto, imprescindible, debe contemplar también el incremento de la inversión presupuestaria, y poder salir del vergonzante farolillo de cola de los países de la OCDE. Porque, si bien la inversión no es la panacea, si puede ayudar a mejorar la formación del profesorado y su motivación con mejores salarios. ¡Tanta preocupación por la falta de informatización de las escuelas, tantas quejas de los socios de la  Generalitat porque Extremadura podía llenar sus aulas de ordenadores con los traspasos del Estado y los impuestos de los catalanes! Y resulta que lo prioritario es que se les enseñe a leer y a entender lo que leen.

Lo grave de los datos que refleja el informe, no es que España se haya estancado, es que ha retrocedido veinte puntos su nivel de lectura. Ahora se entiende que muchos universitarios proclamen, sin ningún rubor, que no leen ni un libro al año, que no leen nunca. El mismo desparpajo con el que la mujer del futbolista Beckham reconoció que no había leído un libro en su vida. Y a esta analfabeta funcional la hemos convertido en un ídolo social, modelo de muchas adolescentes. Pero no sería justo colocar toda la responsabilidad en los partidos políticos y los docentes. Los padres son fundamentales en la formación de sus hijos y sin su estímulo hacia la lectura, su defensa y respeto del conocimiento y el apoyo a la disciplina de los centros poco se puede hacer. No hay tiempo que perder hay que ponerse a la tarea.
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