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Aquí está Dylan

martes 11 de diciembre de 2007, 01:18h

A nadie se le escapa a estas alturas que Bob Dylan es una figura fundamental de la cultura contemporánea. Es por ello que el título de la última película del director Todd Haynes, ‘I’m not there’ (Yo no estoy allí) es doblemente engañoso. Primero porque la influencia del músico norteamericano resuena aún con fuerza en la música popular, y segundo porque en esta cinta Dylan está presente en todas sus facetas.

Esta no es la primera vez que Haynes se acerca al mundo del rock. En Velvet Goldmine’ (1998), el protagonista era una estrella del glam a quien era muy fácil identificar con David Bowie.

Ahora le toca el turno a Bob Dylan. Siete años tardó Haynes en convertir este proyecto en realidad, pero al final la espera ha valido la pena.

Los seguidores de Dylan disfrutarán el sinnúmero de matices que Haynes le ha dado a cada una de las etapas artísticas y personales del músico. Y quien llegue al cine sin tener mucha idea de quién es Bob Dylan, descubrirá que ‘I’m Not There’ es el tipo de película que se disfruta por ser una historia bien contada, con buena música y actuaciones sobresalientes que, sin ser lineal, termina por encajar.

'I’m not there’ , nombre tomado de una de las canciones más oscuras de Dylan, es una biografía coral del artista. Seis actores interpretan al caleidoscópico personaje en distintas etapas de su vida. Marcus Carl Franklin, el actor negro de 11 años, da vida al joven músico que huyó de la vida convencional que le aguardaba en Minnesota para explorar como un vagabundo las raíces de la música folk norteamericana. Un viaje que le llevó a visitar a su héroe, el músico Buddy Guthrie, enfermo en un hospital de New Jersey. De allí al corazón del Greenwich Village neoyorquino no había más que un paso.

La etapa del Dylan del Village es responsabilidad del actor Christian Bale ('Batman Begins'), quien interpreta al Dylan-guru, aquel a quien la gente iba a escuchar como si fuera un nuevo profeta. Es el Dylan de ‘Blowing in the wind’, de la marcha sobre Washington y de la lucha por los derechos civiles. Sobre él recayó entonces la responsabilidad de ser el portavoz de una generación que clamaba por cambios profundos en Estados Unidos. La carga, sin embargo, fue demasiado pesada para el músico, quien huyó del folk y de la imagen que de él se había formado el público, y se unió a las filas del rock.

Para muchos de sus antiguos seguidores, Bob Dylan pasó entonces de ser el mismo Mesías a otro Judas que se vendía por dinero. No comprendieron que con ese giro radical habría de cambiar, junto con los Beatles -es absolutamente genial el guiño que se hace en la película sobre el encuentro del músico con el cuarteto de Liverpool- para siempre el futuro de la música popular. Cate Blanchett ('Babel', 'Notes on a Scandal') interpreta a ese Dylan-eléctrico, a la estrella de rock acosada por la prensa y el establishment. Es el Dylan huidizo y desafiante a la vez, brillante en sus canciones, cínico y divertido en las ruedas de presa. Y la interpretación de Blanchett es prodigiosa. A veces la actriz australiana parece más Dylan que el propio Dylan.

El accidente de motocicleta que sufrió el músico en 1966 marca otra transición en la vida de Dylan y, en la película, un cambio en la interpretación. Heath Ledger ('Brokeback Mountain') se encarga de reflejar los problemas personales de un artista que no pudo evitar que las presiones de la fama afectaran su matrimonio. Los seguidores de Dylan se deleitarán escuchando en esta parte del film canciones de ‘Blood on the tracks’, su disco más autobiográfico, escrito después de su divorcio con Sara Lowds, y que destila una profunda amargura.

Richard Gere es el Dylan huraño que huyó como un ermitaño a Woodstock, al norte del estado de Nueva York. Esta es la parte más oscura y alegórica de la película, que se corresponde con la etapa menos conocida del músico, que desde hace muchos años se muestra reacio a mostrar cualquier aspecto relacionado con su vida privada.

Y finalmente el joven actor británico Ben Whishaw ('El perfume') refleja la faceta poética de Bob Dylan. Whishaw interpreta a Arthur, en clara referencia al poeta francés Arthur Rimbaud, una de las mayores influencias de Dylan. Las reflexiones de Arthur tachonan la película de principio a fin.

De la coctelera de personajes y situaciones, 'I´m not There' resulta una biografía nada convencional, que no pretende dibujar la vida del personaje de forma detallada y coherente. Por el contrario, es un collage que se rompe con numerosos flashbacks. El mismo Haynes ha confesado en diversas entrevistas que ni siquiera él mismo está convencido de entenderla completamente.

Lo que sí está claro es que Haynes ha sabido capturar el espíritu indómito, contradictorio y camaleónico de un músico siempre en continuo cambio y obsesionado por no ser clasificado ni atrapado en ningún género ni etiqueta. Y eso, tratándose de Bob Dylan, es todo un mérito.

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