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La Policía Catalana, una estructura de Estado. Humo, humo, humo...

> Reseña de libro

domingo 15 de octubre de 2017, 12:03h
No suelo reseñar libros, pero hay ocasiones en que el libro lo merece, y este es el caso que nos ocupa y preocupa.

El titular del artículo es el título de un pequeño gran libro, publicado por Ediciones FIDES, de Tarragona, y escrito por un Mozo de escuadra desde 1994, es decir casi un cuarto de siglo, don Pep Sort, al que no le arriendo las ganancias por esta publicación…

Con 23 años dentro del cuerpo, parece evidente que conoce los intríngulis de la institución, y las conclusiones a las que llega son realmente preocupantes: “El Estado es el único con suficientes recursos humanos y materiales a fin de supervisar y/o gestionar una estructura del tamaño de una Policía de las dimensiones del cuerpo de Mossos d¨Esquadra con garantías suficientes” (pág. 87).

El autor nos dice que: “Voy a intentar explicar el porqué del posible fracaso de una estructura de Estado. Está de moda llenar páginas enteras de periódicos sobre los fundamentos de la posible nueva nación…

Hablamos de un territorio de 31.895 km2 con sus 580 Km. De costa. En Cataluña hay unos doce mil kilómetros de carretera, de los cuales casi mil son de autopistas altamente transitadas, que incluye la europista que va del sur al norte, atravesando el continente. Cerca de 1.600 Km. de vía de ferrocarril con enlace directo, en algún caso, al otro lado de la frontera (sólo diez comarcas del territorio catalán de las cuarenta y dos existentes con Moianès incluido, se encuentran sin estaciones y/o servicio ferroviario). Un aeropuerto internacional, dos de segunda división de carácter más turístico, y el resto podríamos decir que son aeropuertos de andar por casa. La costa catalana dispone de dos puertos importantes a todos los niveles, Barcelona y Tarragona, tanto por el tránsito de personas como por el de mercancías, con el añadido de ser dos referencias dentro de los puertos mediterráneos. Trescientas líneas de bus urbano e interurbano y el servicio de metro de Barcelona con sus 123 km de longitud hacen que Cataluña se convierta en un territorio donde cuidar de sus 7.512.982 ciudadanos (2014) más turistas y pasantes sea una función complicada. También se han de añadir a la función de vigilancia las 1.900 áreas industriales con un total de 35.000 hectáreas. Por lo tanto, y como ya hemos mencionado anteriormente, no vale distraerse… La Policía tiene que cumplir su papel dentro de la sociedad y, como tal, debe centrar sus esfuerzos en velar por el bienestar de los ciudadanos y sus bienes…” (págs... 17-18).

Y continúa: “…un exceso de parentesco y/o amiguismo por metro cuadrado en la línea de mando de una organización es el camino a la perdición colectiva. Esto sucede, y mucho, en la estructura de la Policía catalana.” (pág. 20).

“…he aquí el gran invento del gran gobernante catalán: una estructura de Estado sin ni siquiera saber si las áreas de los cimientos están lo suficientemente preparadas y sí se tienen las miras lo suficientemente largas como para llegar a todas partes… El Estado español ha sido siempre un buen referente en cuanto a formación y capacitación de mandos de todas las armas, incluso como profesorado en centros de formación y perfeccionamiento fuera de nuestras fronteras… El Gobierno catalán aquí ya cometió el primero de sus grandes errores: buscar a gente afín políticamente, en lugar de afinar en la capacidad operativa de los escogidos… (Se refiere al profesorado de los futuros mozos).

…si en lugar de dar tantas alas a pájaros sin ninguna idea de volar, hubieran encerado las de los auténticos profesionales, aunque llegados de las Españas, todo habría funcionado mejor seguro, al menos en el apartado operativo. Pero no, como no hablaban catalán, no servían…”. (pág. 23).

“Hay quien dice que el despliegue de la Policía catalana no fue más que la creación de una guardia pretoriana de los mismos gobernantes de turno para estar bien informados de todo aquel o aquello que les interesara o se moviera por el país… Además de hacer mover los hilos de la estructura a conveniencia, para dirigir la utilidad de la misma hacia intereses propios”.

Y dice el autor: “Un Estado tiene la obligación en una de sus estructuras de velar por la seguridad de sus ciudadanos. En la declaración de los Derechos Humanos se deja constancia en varios puntos, de manera implícita, de la necesidad de una seguridad ciudadana que sea garante de estos derechos. La Policía no es como otros departamentos que se pueden quitar o poner según las necesidades puntuales de la sociedad, sino que debe estar en todo momento en igualdad de condiciones, al menos en cuanto a las necesidades de los ciudadanos…” (págs. 25-26).

Describe el penoso funcionamiento de la DAI, División de Asuntos Internos, totalmente politizada, como toda la estructura de los mozos, por otra parte: “Eres de la antigua CIU? ¿De la nueva Democracia y Libertad? ¿Tienes algún familiar en la estructura del cuerpo con un cargo con algo de importancia? ¿O de algún invento similar? ¿Formas parte del proceso “procés” hacia la independencia? etc. Porque, si es así, no hace falta que te preocupen estas siglas, escaparás de ser condenado y de sufrir la virulencia de las llamas de la hoguera. Pero si no eres de la familia la llevas clara…” (pág. 29).

Narra hechos delictivos, de una gravedad inusitada, que no entiendo como no han sido puestos en conocimiento de la Fiscalía o de la Autoridad Judicial: “Detenciones por ego. Retenciones a ciudadanos durante horas por no tener ni idea de lo que se tenía que hacer en una situación determinada… Tráfico de productos estupefacientes en las mismas celdas y con los mismos detenidos, incluso hay quien ha practicado sexo. Absolutamente de todo. Y los mandos como si no vieran nada, como si no fuera con ellos la cosa…” (pág. 32).

Sobre el funcionamiento del cuerpo, dice: “Las tonterías que llegue a ver en poco tiempo no tienen ni nombre. El libertinaje fue en muchos casos tal y con tanta impunidad, que era para pedir aquello de que vuelva la Guardia Civil”, y os pediría que me perdonaseis si no hago una mención más objetiva de los hechos, comprenderéis que se debe dejar en el saco del secreto profesional…

Así que decidí hacer un cambio total, aunque fuera de manera temporal, y como tenía la suficiente antigüedad en la administración, opté por coger una excedencia voluntaria de dos años.

Uno de los motivos fue meditar la posibilidad de hacer unas oposiciones a un cuerpo de Policía estatal, una Policía de verdad…”.

En fin, termino ya, que está comprobado que cuanto más largo es un artículo, menos se lee.

Me gustaría haber logrado su interés por la lectura de este pequeño (por el tamaño) gran libro (por el contenido). Y mucho me temo que no lo verán en las bibliotecas públicas catalanas…

Su coste es de solo diez euros, pero vale mucho más.


Ramiro GRAU MORANCHO,

Abogado y escritor. Académico Correspondiente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación.

www.ramirograumorancho.com

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