Una advertencia de cara a 2008

Hay profecías que deben tomarse muy en serio, si van acompañadas de datos y análisis concluyentes. Si no hay un cambio en su suerte, Zapatero ganará las elecciones. Pero no tendrá mucho tiempo para celebrarlo. Es, al menos, el pronóstico del influyente ‘The Economist’, en el ya tradicional número especial dedicado al año que nos viene. La economía, no tan inopinadamente, se ha convertido en el principal tema de este cuarto de hora ante la campaña electoral. Una oleada de pesimismo, que Zapatero, en sus últimas intervenciones, apenas ha podido contrarrestar con su acrisolado optimismo, recorre toda España, como también recorre los principales mercados europeos, americanos y asiáticos. 

Pero, como advierte el semanario británico, habrá que adoptar decisiones de futuro y no mirar al pasado para capear la crisis que viene, que, para los españoles, quizá no será demasiado dolorosa en 2008, pero puede serlo en los ejercicios siguientes: frenazo al crecimiento económico, que se ha basado en la construcción y el consumo; descenso en la riada de accionistas extranjeros para las compañías españolas, que deberán vérselas con un euro más fuerte a la hora de exportar, y agravamiento del déficit por cuenta corriente. Eso, sin mencionar el mal general que es la subida de los precios de la energía, algo que golpea a todas las potencias occidentales. Todo ello exigirá introducir una auténtica revolución en los usos económicos y laborales españoles, señalan los expertos.

Pero lo cierto es que en lo que conocemos de los programas electorales hasta ahora, la tal revolución de planteamientos brilla por su ausencia. Y, como hemos comprobado en las más recientes intervenciones del inquilino de La Moncloa, cada vez que se le interroga por los retos del futuro, él nos repite machaconamente los logros del pasado, lo bien que ha ido esta legislatura con este gobierno. No parece, ciertamente, la táctica más correcta, aunque sea acaso una coyunturalmente buena estrategia electoral.