Discurso íntegro de Zapatero en la recepción con motivo del 70 del Rey

Majestades, Altezas Reales,

Señor,

Siento como un gran honor la invitación que me ha hecho para dirigir unas breves palabras y poder expresar así el sentir general de todos cuantos le acompañamos hoy en este acto de celebración de su setenta cumpleaños. Son palabras de cordial felicitación, pero también de debido reconocimiento y de merecida gratitud.

En primer lugar, cumpleaños feliz. Una felicidad que ha podido ya disfrutar rodeado de los suyos, arropado como siempre por la dedicación y atención de la Reina y por una amplia familia que, más allá de su significado institucional, conforma su espacio vital más cercano y querido, el reducto más preciado y personal de su intimidad.

En segundo lugar, reconocimiento. En este 2008, que iniciamos con vuestra celebración personal, conmemoraremos igualmente un gran acierto colectivo, los treinta años de una Constitución que ha institucionalizado entre nosotros la monarquía parlamentaria que forma parte del pacto constitucional.

Todos cuantos estamos aquí consideramos este periodo como el más fecundo de la España contemporánea y todos consideramos decisiva su extraordinaria aportación a este logro común.

Quienes de entre nosotros acumulan mayor experiencia vital tienen una conciencia más viva de todo lo que ha mejorado nuestra sociedad en un espacio histórico tan breve. Y quienes se han ido sumando más tarde saben bien cuanto le deben a su Majestad por haber podido incorporarse a la vida social en una democracia viva, plenamente consolidada y con un futuro prometedor.

En tercer lugar, gratitud. Gratitud por la abnegación con que desempeña desde siempre la tarea de servir a sus altas funciones, llenando su papel institucional de cordialidad con la gente, comprensión y atención a sus problemas, aliento de sus ilusiones, cercanía en los momentos difíciles.

Gratitud también por haber asentado un modelo ejemplar de representación de España y de moderador del funcionamiento regular de las instituciones.

Gratitud, asimismo, porque el ejemplo personal e institucional con que ha ejercido la Jefatura del Estado ha sabido trasladarlo e inculcarlo sabiamente en la formación del Príncipe de Asturias, de cuya calidad humana, compromiso y dedicación somos ya muchos quienes podemos dar fe.

Señor, sólo me queda decir, con la conciencia y la satisfacción de expresar la voz de todos los presentes, que le deseo, le deseamos, de todo corazón que cumpla muchos años más.

Como expresión de ese deseo y por su servicio a España, nuestro afán común, invito a todos los presentes a levantar la copa para brindar con orgullo por su ventura personal.