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Ganar a los sondeos

jueves 10 de enero de 2008, 18:03h
Parece que en Estados Unidos es donde más desarrolladas están las técnicas de los estudios de mercado, tanto para vender una lavadora como para ganar unas elecciones. Sobre eso caben pocas dudas: este reconocimiento forma parte del cada vez más reducido terreno en que es posible encontrar acuerdos unánimes. Pues bien, acabamos de presenciar un enorme patinazo de las empresas de sondeos que vaticinaron una clara victoria de Barack Obama, nada menos que por diez puntos de diferencia, sobre Hillary Clinton en las elecciones primarias del Partido Demócrata para la Presidencia de aquel país. Clinton ganó por casi tres puntos.

   ¿Se hicieron mal los sondeos? Ciertamente, no. ¿Engañaron los encuestados a los encuestadores? Es posible, aunque poco probable. ¿Qué pasó, entonces? A mi entender, ocurrió que el equipo de Clinton, a la vista de las predicciones negativas, discurrió una táctica de propaganda no contra Obama, sino contra los sondeos: una oportuna dosis de lágrimas, un astuto cambio en el tono de voz, una habilidosa explotación de la condición de mujer de su jefa, hicieron el presunto milagro.

   ¿Va a funcionar este mecanismo en las primarias que quedan? Eso no se sabe, porque hay dos elementos desconocidos: aún no se han hecho los sondeos en los Estados que faltan, y además Obama también tiene su equipo, que habrá aprendido la lección. ¿Qué lección? Ésta: los sondeos de intención de voto dan información, sobre todo, al que aparece como perdedor, que se ve  muy estimulado a hacer algo para corregir el rumbo.

   Estoy viendo al lector aplicar todas estas cosas a la que se nos viene encima a los españoles el 9 de marzo. Mi recomendación es que no haga tal cosa, porque las circunstancias no son las mismas, ni tampoco los candidatos, ni sus respectivos equipos electorales. Ni las empresas de sondeos, me temo.
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