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Cuando todo sigue igual…

Cuando todo sigue igual…

domingo 20 de enero de 2008, 11:17h

Los países no cambian con facilidad las tendencias radicales del alma colectiva. El desgarrado lamento del poeta sigue vigente: “Españolito que vienes / al mundo, te guarde Dios / Una de las dos Españas / ha de helarte el corazón”. Han volado en pedazos los últimos restos del consenso y no queda posibilidad alguna de diálogo. La ilusionada hipótesis de que las urnas de marzo condujeran a una fórmula de gobierno de gran coalición, en aras del interés general de los españoles en cuestiones tan sensibles como la política económica, la cohesión y armonización territorial y la lucha contra el terrorismo, por poner sólo algunos ejemplos, no llegó ni siquiera a sueño de una noche de enero y quedó en espejismo. Rodríguez Zapatero ha proclamado que buscará cualesquiera apoyos menos hablar siquiera con el PP. Las minorías nacionalistas se frotan las manos ante la perspectiva.

La semana que termina ha ofrecido de casi todo, incluyendo ese paradigma de la muy descriptible política exterior de Moratinos que ha sido la comedia bufa de la pomposamente denominada “cumbre” de la Alianza de Civilizaciones. Dispendio inútil e injustificable de las arcas públicas, la reunión de Madrid ha discurrido con mucha pena y ninguna gloria, entre el desinterés generalizado y con la guinda de la amenaza de Erdogan de que la resistencia de la UE a admitir a Turquía como miembro pleno es nada menos que “una amenaza a la paz del mundo”.

La crispación es tal que incluso un socialista tan moderado y habitualmente conciliador como el presidente de Galicia, Emilio Pérez Touriño, aprovechó su presencia en un importante foro madrileño para arremeter contra los obispos, denunciando la “ingerencia de los dirigentes de la Iglesia en el ámbito de la política y de la conciencia ciudadana, en espacios propios de la vida parlamentaria” y hacer explícito el antagonismo con el cardenal Rouco Varela. También en este semana hemos visto la entrada en escena de Manuel Pizarro, el abogado del Estado y corredor de comercio que, como presidente de Endesa, resistió con eficacia el asalto político a la importante compañía energética y consiguió finalmente casi duplicar el precio percibido por los accionistas en la OPA. 
 
Es bastante obvio que el “efecto Pizarro será tanto más fuerte en la medida en que la opinión pública asuma el convencimiento de que llega la crisis económica. Con la Bolsa en caída libre, sin que pueda despejarse la temible posibilidad de que Estados Unidos entre en recesión, con las expectativas de crecimiento de España cada día más recortadas, con indicios serios de algo más que turbulencias financieras, con agravadas expectativas de pérdida de empleos, sin visos de crecimiento industrial a corto plazo, con dificultades de financiación para las empresas y acusado endeudamiento de las familias, cabe imaginar que el siguiente paso de Rajoy será “desplegar” ante el electorado todo un equipo fiable y con credibilidad para sacar la gestión de la política económica del dejar hacer, mirar al tendido y negar las evidencias de los últimos años.

En Ferraz no están cruzados de brazos. Las baterías contra el ex presidente de Endesa han sido desplegadas y pronto abrirán fuego. De momento, Pedro Solbes ha lanzado el reto de un debate con Pizarro “donde quiera y cuando quiera”, mientras Pérez Rubalcaba y otros dirigentes del PSOE han empezado a difundir los congruos beneficios personales obtenidos por Pizarro de su resistencia en Endesa. Va a ser un duelo a última sangre. Este observador conoce a Pizarro como para saber que no es hombre que se achique y que por tanto, tendremos el debate entre la estrella emergente del PP y el sólido pero alicaído vicepresidente económico, cuya imagen sufre los efectos de su sorprendente “pasotismo” ante la crisis.

Los sondeos de urgencia confirman que, al menos por ahora, las últimas novedades y tensiones no se traducen en movimiento apreciable de votos. Si el 9 de marzo pierde el PP es que hubiera perdido igual sin las últimas novedades. Si gana, habría ganado lo mismo, sin ventaja adicional. Los votos aparecen muy sólidamente instalados en las cestas de los diferentes partidos, y se mantiene el empate, ya no “técnico”, sino empate a secas, así que el recuento del 9 de marzo será “de infarto”. Se necesita algo más que un augur para saber de quién será la primera sangre de estos idus de marzo.

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