El escándalo de los debates

Las elecciones están ya encima, y todavía, a la hora de cerrar esta edición, no se había cerrado del todo el tema de los debates en la(s) televisión(es). Amenazas y chantajes por parte de cierto(s) medio(s) jalonan el tira y afloja entre los negociadores de los dos partidos, Pío García-Escudero por el PP y José Blanco por el PSOE. De lo que se trata es de ver cuáles son las cadenas que retransmitirán el primer y el segundo debate, existiendo ahora cierta ventaja, parece, a favor de TVE y de A3. La primera, por pública, parece una sede lógica, siempre y cuando facilite la señal a cuantos quieren ofrecer el debate a todos sus espectadores, oyentes o internautas. La segunda compite con todas las demás cadenas privadas, pero parece que existe una cierta inclinación de los ‘populares’ en su favor.

Puede que los datos hayan cambiado, pero la verdad es que seguimos sin entender la razón por la cual unas cadenas se ven beneficiadas con la posibilidad de retransmitir los debates Zapatero-Rajoy, que son el eje central de la campaña y semillero de espectadores, y otras son dejadas al margen…¿Porque no gustan a uno u otro partido sus orientaciones informativas? ¿Porque hay que premiar a los fieles?

Y, para colmo, Internet, que es la autopista de la comunicación capaz de llegar a todos los rincones del mundo y, por tanto, a todos los potenciales votantes españoles -cientos de miles, acaso-, queda marginada de este espectáculo preelectoral. ¿Es esa la modernidad que nos prometen las formaciones políticas, tan empeñadas en las nuevas tecnologías? ¿Tiene todo ello algo que ver con la equidad y el trato igual para todos con que se llenan la boca los candidatos?

Pensamos que aún se está a tiempo de rectificar, y permitir a todos, a todos, retransmitir esos debates, planteados desde plataformas neutrales, con moderadores neutrales. O, si no, aceptamos como buena la idea de celebrar un tercer debate que pueda ser retransmitido por todos los medios de comunicación en Internet, cuya influencia es cada día creciente. Otra cosa será aferrarse a lo de siempre -y conste que entendemos como un avance democrático la recuperación de los debates en TV-, no permitir que entre el aire fresco en unos modos y maneras que empiezan a quedarse anquilosados y en los que los favoritismos desmienten tantas bellas palabras pronunciadas desde los atriles de los mítines.