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¿Es un país?

¿Es un país?

viernes 08 de febrero de 2008, 15:55h

Bolivia es un país?, me pregunta en inglés una azafata japonesa de la línea aérea alemana Lufthansa en el aeropuerto internacional de Kansai, una joya de ingeniería que le ganó un pedazo al mar. El mar se ve plomizo porque refleja la nieve que me acompañó desde Kyoto, esa ciudad donde reside el Palacio Imperial, motivo por el cual no fue bombardeado por los norteamericanos durante la segunda guerra mundial. Los guerreros samurai, aquellos poderosos que eran señores con rango de shogun, tenían en los alrededores de la ciudad sus casas de campo y sus santuarios para meditar. Meditar hasta llegar a un punto vacío es posible en el Jardín de Piedra que en su sencillez contrasta con los colores fulgurantes de otros lugares destinados para la reflexión, ceremonia inevitable antes de tomar una decisión. Tomo el sendero que me conduce a la Pagoda Dorada en la punta de una loma y sólo atino a pensar en la sencillez de los Andes, mientras en mis ojos bailan los haikus que alguna vez leí.

La azafata regresa después de mirar una pantalla en la que seguro escribió ´Bolivia´, antes de que el Google le diga de qué se trata ese country. Yo le explico que vecino de Brasil, que al norte de Argentina y que Evo presidente, y nada. Le cuento que en los vuelos de su línea aérea ponen una película sobre Los Transformers (tan hechura japonesa por cierto, pero eso no le menciono por diplomacia) y que el taller de autos donde empieza la inevitable secuencia de persecuciones entre buenos y malos tiene un letrero: Bolivia Automotors. Sin embargo, no le gusta el cine, entonces ni mencionarle que en Butch Cassidy and the Sundance Kid, Robert Redford y Paul Newman se pasean bandoleros por el país, sin preguntar a nadie: ´¿Este es un país?´.

No problem, me dice ella, y hasta me asegura que mi maleta llegará a Cochabamba (algo que exigió una sobredosis de Google). Entonces, mientras espero el vuelo que debe trasladarme a Frankfurt miro por la rendija la sala de fumadores, a la cual no ingreso porque hay un olorcillo a mentolado que no. Y recuerdo a un antropólogo francés que escribió a propósito de los ´no lugares´, como los aeropuertos, y las estaciones de metro o los supermercados. Lugares donde se está, pero no se es. Donde uno es nadie porque no hay intersubjetividad, tan solo el paso apresurado de cada persona con su sombra. Por eso son ´no lugares´, porque se está en un lugar y si no ocurre tal cosa (estar), entonces, no hay lugar.

Pienso, entonces, en la pregunta del Censo del 2000 sobre autoidentificación que contenía entre sus alternativas de respuesta: ´ninguno´, si uno no quería hacerse al aymara, al quechua o de alguna de las treinta y tantas identidades ahora reconocidas por la nueva Constitución como ´naciones´, bajo este modelo de Estado plurinacional que, según Jorge Lazarte, en polémica con Xavier Albó, es un ´no lugar´ porque no se invoca a los bolivianos como una comunidad nacional, esa solidaridad entre extraños que se llama intersubjetividad y que, según Albó, en polémica con Jorge Lazarte, se pone de manifiesto cuando bailamos ´Viva mi patria Bolivia´ . Entonces, digo, la incluiremos en la nueva Constitución, ahora que estamos en afanes de ´compatibilización´. A ver si así podemos responder la pregunta de la azafata japonesa: ¿Bolivia es un país? Y yo le respondo: ´Sí, además está en pleno proceso de refundación´, por si alguien quería tener las cosas claras, tan redondas como sus ojos.

*Fernando Mayorga
es sociólogo.
Tomado de la edición de La Razón del 08/02/08 

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