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Sánchez-Terán y la memoria de la Transición

Sánchez-Terán y la memoria de la Transición

domingo 24 de febrero de 2008, 11:53h
Pasará casi desapercibido en medio de la barahunda electoral, pero el martes presentará Planeta un libro apasionante y oportuno de Salvador Sánchez-Terán sobre los años de ilusiones y esperanzas del cambio político desde la dictadura a la democracia. Está ya en las librerías, con el título “La Transición, síntesis y claves”, y resulta especialmente oportuno en estos años en que la política española discurre por un ambiente crispado y bipolarizado, tan lejos que parece imposible de aquel espíritu de reconciliación nacional en el que estuvieron todos los partidos, con la insignificante excepción de unos pocos extremistas de cualquier signo.

Reciente todavía la manifestación político-religiosa de la plaza de Colón, a pretexto de la defensa de una institución, la familia, que no hay razones visibles para pensar que se encuentre en peligro en España, emociona por ejemplo recordar, en las primeras páginas del libro, la impresionante homilía del inolvidable cardenal Enrique y Tarancón en la coronación de Don Juan Carlos como Rey: “La Iglesia no patrocina ninguna forma de ideología política (…) pide que se le reconozca la libertad que proclama para todos (…) Pido que seáis el Rey de todos los españoles (…) de todos cuantos desean convivir en el mutuo respeto y amor. Amor que, como nos enseña el Concilio, debe extenderse a quienes piensan de manera distinta a la nuestra”.

El ingeniero de caminos Sánchez-Terán vivió aquellos años de luces en primera línea, como gobernador civil de Barcelona, dirigente de la UCD desde su nacimiento, parlamentario y ministro. Aporta por ello informaciones muy interesantes sobre el declinar y extinción de la Dictadura y las tres grandes etapas de la transición: la apertura que se inició con la proclamación de Don Juan Carlos, la reforma política para cuya conducción fue llamado Adolfo Suárez y el consenso que condujo a las elecciones democráticas y a la Constitución de la Concordia.

Una aportación muy interesante de este libro es la parte dedicada a las que denomina “las claves de la Transición” y que resume, con el Rey, en Adolfo Suárez, Torcuato Fernández-Miranda, el Ejército, la Iglesia católica, el PSOE, el PCE, la UCD, AP, el nacionalismo catalán, la Prensa y las fuerzas sociales y económicas. Todos supieron entonces ceder y aportar en aras de un consenso nacional que también albergara y permitiera convivir a todos.

Fue tal, por aquellos años, el espíritu de reconciliación y convivencia, que podrían multiplicarse los ejemplos e incluso las anécdotas, como cuando Manuel Fraga ofició de presentador de Santiago Carrillo en la tribuna del Club Siglo XXI, e incluso antes, cuando recién regresado a España, Carrillo fue recibido en la puerta de un domicilio particular, repleto de dirigentes políticos y empresariales, por un banquero muy de derechas con un expansivo y sincero “¡A mis brazos, Santiago!”, o cuando el propio dirigente comunista acudió, nada más ser invitado, a almorzar en el diario Arriba con el equipo directivo y editorial del periódico que venía del Movimiento. O cuando un importante militar de los servicios de información viajó a la casa de Tarradellas, en un viñedo cercano a la localidad francesa de Saint Martin le Beau, y regresó con una escueta definición del nacionalista republicano exilado: “Es un patriota”.

Cierto que hubo también por entonces personas que no entendían el cambio e hicieron todo lo posible por impedirlo, y lo explica con detalle Sánchez-Terán en su libro, que es un lujo de recuerdos e imágenes de los que quizá hayan sido los mejores años de la historia de este país, y que no fueron ni de lejos una afortunada improvisación, como algunos han pretendido, sino el fruto del esfuerzo consciente y ejemplar de muchos. Describe, por ejemplo, cómo llegaron a descubrir los dirigentes del PCE y del PSOE, contra su inicial prevención, el verdadero pensamiento de Don Juan Carlos, centrado en los tres ejes de la “generación de la concordia”: paz, democracia y Europa, como se puso de manifiesto en cuanto pudo salir de la soledad de la Zarzuela para impulsar el proceso constituyente y defenderlo sin titubeos la noche triste del 23-F. Hay que admitir que, con la desapacible perspectiva del presente, para este país, aquel tiempo pasado fue mejor.
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