Probable repetición del dúo Blázquez-Cañizares, con Rouco en retaguardia

Desde el lunes 3 hasta el viernes 7 de marzo, la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española (CEE) renovará todos los cargos y servicios de la misma, excepto el de secretario general, con mandato hasta noviembre próximo. Se han hecho muchas especulaciones, pero puede que todo quede como está: que siga funcionando el tándem -que no duelo- Blázquez-Cañizares, el primero para presidente y el segundo para la Vicepresidencia. En realidad, están más juntos de lo que parece y querrían algunos. Si Cañizares es más ratzingeriano que el Papa, Blázquez comulga con el Camino Neocatecumental de Kiko Arguello. Es una buena fórmula y dos talantes complementarios.

Otros nombres que suenan para combinaciones de última hora son el franciscano Carlos Amigo, Cardenal Arzobispo de Sevilla; Carlos Osoro Sierra, arzobispo de Oviedo; Julián Barrio, arzobispo de Santiago, y José Sánchez, obispo de Sigüenza-Guadalajara.

Así pues, la próxima semana, el vértice de la iglesia católica española elegirá presidente, vicepresidente, comité ejecutivo, y responsables de las comisiones y subcomisiones, junta jurídica y consejo de economía. Es decir, su gobierno en pleno para los próximos tres años. Será sólo unos días antes de las elecciones generales, y por eso influirá en las mismas aunque nadie puede suponer en qué sentido. Son 78 los votos. Será una elección muy importante, se ha dicho que trascendental para fijar el camino de la iglesia española y su capacidad de hacer frente a enormes problemas. La primera votación, considerada previa y de sondeo, tendrá lugar el 3 de marzo por la tarde. El martes día 4 probablemente habrá resultado definitivo.

El actual 'gobierno católico' es el siguiente: presidente, Ricardo Blázquez (Bilbao); vicepresidente, Antonio Cañizares (Toledo); Comité Ejecutivo, junto a los dos anteriores, los vocales Carlos Amigo (Sevilla), Luis Martínez Sistach (Barcelona), Carlos Osoro (Oviedo) y Antonio María Rouco (Madrid), así como el secretario general, Juan Antonio Martínez Camino; y Comisión Permanente, donde además de los siete miembros del comité ejecutivo, se sientan otros 17 componentes, lo que da un total de 24 personas.

El Comité Ejecutivo es un complicado encaje de bolillos entre las distintas sensibilidades y complicidades. La Comisión Permanente, que agrupa a los presidentes de las comisiones, asume colectivamente los documentos más polémicos, como la nota episcopal última sobre las próximas elecciones. Las comisiones, o 'ministerios' de la CEE están necesitados en muchos casos de actualización y mayor dinamismo.

La semana pasada se reunió la comisión permanente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) para preparar el orden del día de la Asamblea, en la que 'como sucede siempre al finalizar cada trienio, los prelados reflexionarán sobre la actividad y el funcionamiento de la CEE en el periodo que termina'.

El portavoz Martínez Camino ha dicho que "lo normal es que repita el actual presidente". Dicho por quien lo dice, tanto por su cargo como por su orientación, es una afirmación cargada de valor profético. "'En principio, el continuismo sería la tónica dominante de estas elecciones. No obstante, ni mucho menos esta parece estar garantizada 'automáticamente' en el caso de su Presidencia", opina quien conoce muy bien la CEE y fue su portavoz, Jesús de las Heras Muela, actual director de la revista Ecclesia.

Puede ocurrir de todo: de los siete presidentes de la CEE en su historia, descontado Blázquez, uno solo estuvo un trienio (Quiroga), otro falleció antes de concluir el primer trienio (Morcillo), otro estuvo tres trienios seguidos más un año en funciones (Tarancón) y los otros cuatro –los últimos cuatro antes de Blázquez- dos trienios consecutivos (Díaz Merchán, Suquía, Yanes y Rouco), lo cual significa que están transitados y abiertos los distintos escenarios.

Camino, el secretario-portavoz que se ha convertido en auténtica voz y referente ideológico de la CEE- no cree que haya relación con las elecciones políticas que tendrán lugar inmediatamente después de las suyas, pues "nuestras elecciones son un acontecimiento de otro orden que el de las elecciones políticas, todos los obispos actúan por el bien de la Iglesia y eligen al presidente por el mismo motivo, no se dejan condicionar por otros acontecimientos, siguen su propio ritmo habitual, sin criterios políticos”.

El taranconismo y su vástago, la progresía antiglobal, se baten en retirada total. Yanes y Gabino ya no están. Carrera, Dorado y Soler se jubilan, Uriarte está en puertas y a Sánchez le quedan menos de dos años. Quedan, Martínez, Milián, Asurmendi, Algora, Vilaplana, Rodríguez Magro y Vives. Una docena.

Rouco goza probablemente de 50 votos. Si no gana es porque no se presenta o porque decida que la fórmula actual es mejor a fin de cuentas. Y Blázquez no tiene más de 20 votos incondicionales. Si gana, será de acuerdo con lo que representan Rouco-Cañizares-Gasco y Camino.

Santiago Agrelo, arzobispo de Tánger desde el pasado abril, niega que en el episcopado haya luchas de poder. “Me parece carente de lógica pensar que haya algún obispo que desee estar al frente de la CEE. Sería algo así como desear una enfermedad. Pero también entiendo que puede haber alguno con ambiciones. Ciertamente, no es el caso de monseñor Blázquez”. Sin embargo, no puede por menos que reconocer que “en el seno de la Conferencia episcopal hay distintas tendencias o sensibilidades, que se expresan en el aula con total libertad”, aunque haya “un ambiente humano muy rico, un  ambiente cordial de personas entrañables y cercanas”, una cordialidad que “no reflejan los medios”.

Según Agrelo, Blázquez fue escogido hace cuatro años "porque da ese rostro un poco indefenso, que lo hace cercano". Puede que los obispos repitan rostro y talante. Aunque en los próximos días, como en las elecciones  mayores, pueda haber todo tipo de maniobras, zancadillas y temores.