Debates y dudas

En el ecuador de la campaña electoral, con un debate a dos bandas entre los principales líderes políticos y otro a siete –con más opciones- ya celebrados, sigo teniendo dudas básicas sobre qué ofrecen los partidos de cara a las próximas elecciones. Por ejemplo, a estas alturas de la película todavía no sé qué opción defiende el PP con respecto a la ley de matrimonios homosexuales, qué piensa legislar en materia de adopción por parte de este colectivo, o si tiene, este partido o el del gobierno, intención de modificar la ley del aborto, para ampliarla o reducirla.

Quiero saber si algún partido tiene diseñada una solución para el problema de acceso a la vivienda de los económicamente desfavorecidos, de los separados que se quedan de repente sin casa y sin parte de su salario, o de los jóvenes que quieren emanciparse. Que alguien me ofrezca un sistema público y masivo de viviendas de alquiler que sea válida para estos casos –como la que se utiliza en Inglaterra, por ejemplo-, y que evite que las viviendas económicas y subvencionadas terminen siendo propiedad de alguien que, en una década, mejora sus condiciones económicas y termina vendiendo el piso a precio de mercado y lucrándose con algo que no nació con ese fin sino con el de proporcionar un hogar a bajo coste.

No quiero que nadie me regale 400 euros de mis impuestos; lo que quiero es que éstos se apliquen para aumentar la calidad de los servicios públicos que recibo. Y también quisiera que algún partido se comprometiera a luchar a cara de perro contra el fraude fiscal, de manera que todos pagáramos, no sólo los asalariados, sino también, en su justa proporción, los empresarios, autónomos y las grandes fortunas, sin trampas ni letras pequeñas.

Desearía que las mujeres víctimas de maltrato sean algo más que un capítulo recurrente en la parte del programa electoral dedicado a las políticas sociales; quisiera que alguna formación diera un paso más allá, y pasara de llamar a esta violencia “terrorismo doméstico” a tratarlo como auténtico terrorismo. Por ejemplo, poniendo escolta a aquellas mujeres que están amenazadas de muerte, al igual que los políticos cuentan con escoltas por la amenaza terrorista que pende sobre ellos.

Queda apenas una semana; aún hay tiempo para la esperanza. Si los políticos no consiguen que la sociedad vuelva a creer en ellos, la división entre la res pública y la opinión de la calle puede terminar siendo insalvable. Y por ese camino perdemos todos.