Fiasco opositor

Si tomamos literalmente las palabras de Mariano Rajoy en su segundo debate estamos en presencia de un fiasco opositor de grandes proporciones. Si lo importante es la economía, si  es un asunto capital, ¿qué ha hecho durante cuatro años el PP enredado en el debate del terrorismo y las nacionalidades? Por mucho que el candidato del PP insista en que esos temas sólo le interesan a Zapatero, lo cierto y verdad es que son los únicos apuntes relevantes que figuran en la agenda política de la legislatura.

Por lo demás Rajoy ha intentado, utilizando las adjetivos descalificatorios más exagerados, llevar a la opinión pública dos ideas: que el Gobierno socialista no ha hecho nada en ninguna materia y que el presidente del Gobierno miente. Frente al candidato del PP Zapatero ha planteado medidas concretas y cuantificables, quizás en algunos momentos de forma un tanto prolija, en materia de empleo, educación, seguridad, política exterior…

 Rajoy no fue capaz de aceptar sin condiciones el apoyo asegurado por Zapatero, sea cual sea el gobierno que salga de las urnas el 9-M, a la política antiterrorista. No respondió Rajoy a la maliciosa pregunta del candidato socialista sobre si seguía apoyando la guerra ilegal de Irak. Y Zapatero se cuidó muy mucho de entrar al trapo del caso del ciudadano de Cataluña sancionado por poner un cartel en castellano en su establecimiento.

Nada sorprendente, aunque ciertamente injusta y de dudosa base democrática, la afirmación de Rajoy de que el PSOE ganó las elecciones hace cuatro años por la guerra de Irak y el 11-M. No se puede despreciar así a once millones de votantes, aunque se tenga el apoyo de otros diez millones.

De mal gusto, pero como se dice vulgarmente él se lo ha buscado, la comparación entre los muertos por el terrorismo con el Gobierno del PP y con el del PSOE. De los polvos de las acusaciones de traicionar a los muertos y agredir a las víctimas, lanzadas por Rajoy en el anterior debate, vienen los lodos de las palabras de Zapatero.