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La suerte está echada

La suerte está echada

martes 04 de marzo de 2008, 00:55h

Cuando se comparte un proyecto político, como el del Partido Popular, de manera tan intensa como yo lo he hecho desde su refundación, es difícil situarse en la piel de un comentarista supuestamente imparcial a la hora de juzgar el último debate entre los candidatos a la presidencia del Gobierno.

Dicho esto, en mi opinión, el aspirante ha demostrado una extraordinaria capacidad para desmontar la autocomplacencia del candidato socialista, situarle ante la realidad de las cosas, destacar sus contradicciones, poner de manifiesto su suicida desinterés por la economía y los problemas que afectan a los ciudadanos y, al mismo tiempo, ha sido capaz de formular propuestas de futuro para salir de la situación en la que España se encuentra en gran medida por la nefasta actuación del gobierno. Rajoy ha demostrado que se puede confiar en él en esta hora turbulenta y crítica de la sociedad española.

A pesar de lo exiguo del tiempo para profundizar en las cuestiones que ocupan y preocupan a los ciudadanos españoles, Mariano Rajoy ha vuelto a situar a Zapatero ante sus contradicciones y sus grandes mentiras sobre todo en lo relativo al terrorismo y al modelo de Estado que han generado un clima de crispación y enfrentamiento, al romper todos los consensos básicos de la transición.

El único momento en que el secretario general del PSOE parecía haber puesto a Rajoy contra las cuerdas es cuando sacó a relucir –cómo no- la guerra de Iraq. Pero la respuesta del aspirante ha sido contundente al recordar cómo su oponente a finales de 2003 afirmó que sería una irresponsabilidad abandonar Iraq a su suerte y cómo, después de su humillante retirada, apoyó –en el colmo del cinismo- la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que instaba a la comunidad internacional a formar parte de la coalición aliada mediante el envío de contingentes militares.

Zapatero ha prometido a los españoles hacer lo que no ha hecho en estos cuatro años. Pero no es creíble porque su gobierno no sólo no ha resuelto ninguno de los grandes problemas que interesan a los ciudadanos sino que los ha agravado. Los datos esgrimidos por Rajoy sobre la desigualdad creciente entre ricos y pobres, los problemas derivados de su irresponsable política de inmigración, la esterilidad de su política de vivienda, el humo –por su mala gestión- de la ley de dependencia, la paralización de las grandes infraestructuras en muchos lugares de España, la nefasta política del agua, la parálisis de las infraestructuras,  la cuestión lingüística y, de manera especial, el fracaso de su modelo educativo han sido contundentes. Zapatero se ha parapetado, de manera ridícula, en los supuestos datos positivos encerrados en un libro que ha calificado de “blanco”, y que tal vez lo sea porque en todos esos asuntos es más que seguro que estará “en blanco”.

Cuando, en tono solemne, Zapatero se ha referido a la política antiterrorista, yo creía –y así me hubiera gustado- que hubiera anunciado su compromiso de no volver a negociar políticamente con ETA. Pero, en mi opinión, sobraba ese tono melodramático para anunciar que el PSOE se compromete a apoyar incondicionalmente al gobierno, cualquiera que sea, en la lucha contra el terrorismo. Rajoy ha estado muy acertado cuando le ha replicado que su apoyo será incondicional pero sólo si se trata de derrotar a ETA. En cualquier caso, y puesto que confío en que el próximo gobierno esté presidido por Mariano Rajoy, bueno es saber que a la hora de derrotar a ETA con la ley en la mano contará con el apoyo incondicional del PSOE.

Pongo punto final a este comentario de urgencia. Pienso que, con independencia de lo que ahora digan las encuestas -cuya credibilidad -aunque como espero y deseo otorguen la victoria a Rajoy-, es más que discutible. Lo bueno del debate es que los millones y millones de electores que lo han seguido tienen ahora mejores elementos de juicio para emitir su voto, libre y responsable, el próximo domingo. Cuando menos, habrán podido comprobar que la “teoría de la crispación” es un invento del Partido Socialista, cuya propaganda raya lo antidemocrático cuando apela al miedo de los ciudadanos ante un partido, como el popular, que tiene valores y convicciones, que asume la Constitución, que tiene una idea clara de España y que posee un programa capaz de convertir a nuestro país en una gran nación de ciudadanos libres e iguales.

La suerte está echada. La solución, el 9 de marzo.

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