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That’s the difference

That’s the difference

sábado 15 de marzo de 2008, 00:31h

Sería interesante realizar esta semana una reflexión humorística sobre la Cumbre de Río y su similitud con la escena de la película El Padrino I en la que las cinco familias –los Corleone, los Tattaglia, los Barzini, los Cuneo y los Stracci– se reúnen para firmar la paz, dejando a un lado todos los crímenes cometidos en el pasado.

Esto ya había sido anunciado cuando alguien señaló que "Uribe sirve para ser jefe de una mafia, ante Uribe, Vitto Corleone se queda corto".

Pero como esos temas le van mejor a la pluma de Mario Puzo y, además, como se acerca el tiempo de mi entrenamiento anual con la Central Intelligence Agency, me permito esta semana una reflexión comparativa entre la moral anglosajona y la nuestra, a propósito de la renuncia del gobernador de Nueva York, Eliot Spitzer.

Para los que no estén al tanto, he aquí un extracto de la noticia: "El gobernador neoyorquino fue grabado en varias conversaciones telefónicas con miembros del `Emperors Club VIP’ mientras arreglaba una reunión con una prostituta `de lujo’ apodada Kristen en la habitación 871 de un hotel de Washington.

Esta información fue confirmada por el propio gobernador el lunes en la tarde luego que el New York Times publicara que el gobernador Spitzer era en efecto el Cliente Nro. 9 que aparecía en una declaración jurada asociada al caso".

Como consecuencia del incidente, el gobernador decidió renunciar ("Al cliente número 9, ya lo van a condenar", podríamos decir parafraseando la canción de Nelson Ned). Pero esto, visto desde el contexto de la moral pública de un país en el cual una amante presidencial pública y notoria puede ser condecorada con la Orden del Libertador, no puede sino producir risa. De que los norteamericanos tienen mucho que aprender de nosotros, no cabe la menor duda.

Ese complejo de tomarse todo en serio y creerse su Constitución, amén del deseo de mantener cierta coherencia entre lo que predican y lo que practican, les ha hecho mucho daño a lo largo de la historia. Vienen aquí, se broncean con nuestro sol, pero nada del alma caribe se les pega.

Qué habría hecho un político Venezolano ante una situación similar. Veamos: Señalar que se trata de una maniobra de la CIA, que envió a una agente encubierta con el propósito de asesinarlo y que casi lo logra.

Que más bien su vida corrió peligro, que la dama en cuestión estaba provista de un arma secreta, que la silicona insolente del extranjero ha hollado el pudor de la patria.

Decir que la grabación es producto de un montaje de los enemigos políticos, que nada es lo que parece, que todo se puede explicar, que los celulares son bidireccionales.

Afirmar, en último caso, si la evidencia es muy fuerte, que él efectivamente se acostó con ella, pero lo hizo con el propósito de indagar hasta dónde iba a llegar en su maldad esta doble agente y que pudo comprobar que ciertamente estaba dispuesta a llegar hasta las últimas consecuencias. Que él no hizo otra cosa que sacrificarse por la patria y que está dispuesto a hacerlo nuevamente puesto ante una agresión similar.

Lo anterior es si el político criollo conserva algo de pudor, porque lo usual es que el dirigente no lo niegue y lo reconozca con picardía y, además, aproveche los dividendos de macho vernáculo que el incidente le generará, para lanzarse, con notable popularidad, en las próximas elecciones presidenciales y cuidado si la cosa no termina, incluso, en un slogan de campaña que diga algo así como "Fulano es como tú". Y quien dice Fulano, dice Zutano y, obviamente, Perencejo.

Como diría Oscar Yanes: así son las cosas...

Laureano Márquez
Humorista

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