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Política antiterrorista: unidad imposible

viernes 12 de enero de 2007, 15:54h
Se veía venir, desde que Rajoy se entrevistó con el presidente del gobierno y dio su versión sobre el encuentro, que pretender la unidad de todos los demócratas para trazar una política antiterrorista unitaria era un objetivo más allá de la utopía, pero aún cabía la esperanza de algún gesto, de una inflexión en la postura del partido popular para contentar a su electorado más centrista. La convocatoria de las manifestaciones de Bilbao y Madrid, a las que solo desde una desconfianza radical se les puede atribuir intencionalidad partidista, constituían nuevos envites a todos los demócratas para sumarse al rechazo del terrorismo en un acto unitario que en el caso vasco venía precedido de una condena rotunda del lehendakari Ibarretxe y aún más expresa de José Jon Imaz , al apremiar a Batasuna a condenar la violencia etarra, como finalmente ha quedado expreso en el lema de la manifestación. Otro tanto cabe decir de la manifestación madrileña, sobre la que el partido popular proponía que se incluyera en su consigna la expresión “por la libertad”, que finalmente ha quedado incluida.

Nadie podrá ahora decentemente acusar a los convocantes de propiciar la desunión o de no condenar la violencia. Nadie puede aducir que no se ha manifestado con toda claridad que no cabe ningún diálogo con los etarras en tanto no se compruebe con toda fehacencia el abandono definitivo de la lucha armada y la disolución del grupo terrorista, porque ayer mismo el presidente del gobierno lo manifestó con toda claridad en la conferencia de presidentes autonómicos refrendando la inequívoca posición de Perez Rubalcaba. Pero todo gesto es inútil, porque al partido popular le interesa erosionar al gobierno marcando en todo caso las diferencias en el tratamiento del terrorismo etarra, una vez que se desinflan las patrañas vertidas sobre el atentado de 11-M y cuando la tortuosa tramitación del Estatuto catalán ya se ha descontado en las encuestas.

Ahora dicen que hay que desconvocar las manifestaciones: ¿Será porque los muertos de la terminal de Barajas eran de tercera clase, o acaso porque sospechan que las manifestaciones convocadas pretenden también en este caso arrinconar al partido popular? ¿No es el propio partido popular el que se aísla con su ala más radical al frente y el que dinamita la imprescindible unidad de todos frente al terrorismo?

El comunicado hecho público esta misma mañana es un monumento a la desfachatez o una idiotez mayúscula, o ambas cosas a la vez, porque considerando la sutileza de sus contenidos hubiera podido ser alegado en su momento. Quizá como contrapartida podría exigirse, con base en sus propios argumentos, que en tanto no se concierte esa política antiterrorista no debe haber manifestaciones aunque ETA vuele medio Madrid. La falta de argumentos pone de relieve una vez más que lo que pretende el partido popular no es una política concreta, sino sencillamente desmontar al partido socialista y a Rodríguez Zapatero del poder aprovechando, no solo los errores de éste que los ha tenido y no pocos, sino cualquier circunstancia aunque se ponga en peligro una convivencia sosegada.

Resulta un sarcasmo que los actuales dirigentes se consideren sucesores del período ucedista de la transición, en el que se mostró generosidad y altura de miras sin límites para conseguir acuerdos, muchas veces a sabiendas de perjudicar la continuidad del partido en el poder. Ahora es lo contrario. Por cada día es más patente que a los actuales dirigentes del  partido popular -no a la mayoría de sus militantes y electores- no les interesa acabar con la confusión y división, sino aumentarlas a costa de lo que haga falta. Así, la unidad  frente al terrorismo es imposible.
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