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Un gobierno que es lo mismo, pero no tanto

Un gobierno que es lo mismo, pero no tanto

sábado 12 de abril de 2008, 18:33h
Los rumores desbocados del viernes, en los pasillos del Congreso, donde Zapatero resultaba investido presidente del Ejecutivo por segunda (¿y última? Eso ha sugerido él mismo en alguna ocasión) vez en su vida, han cristalizado en este gobierno. ¿La montaña parió un ratón? ¿Más de lo mismo, continuismo con incorporaciones de tres semidesconocidas, de un ‘impuesto revolucionario’ procedente de los socialistas catalanes y de un fracasado candidato a la alcaldía de Madrid? Es una lectura posible, de las muchas que podrían hacerse. Pero no tiene por qué ser un mal elenco, al menos para los dos próximos años, como dicen que será.

Celebro la permanencia en sus lugares de Fernández de la Vega, de Solbes, de Pérez Rubalcaba y de Moratinos, tan injustamente combatido este último por los errores internacionales de su jefe. Todos ellos han dado buen resultado y lo que funciona no hay que cambiarlo así, sin más. Por mucho que el nuevo equipo sea calificado de “modernizador” por el presidente. Pienso que tal modernización es posible sin necesidad de cambiar radicalmente los rostros.

-Algunas polémicas que vienen-

No sé si la continuidad del ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo, será tan celebrada por todos los sectores, y lo mismo cabría decir del peculiar ministro de Sanidad, Bernat Soria o, no digamos ya, de la ministra de Fomento, Magdalena Alvarez, auténtico pararrayos del Ejecutivo, que impide que las tormentas se ciernan sobre la cabeza presidencial. La ministra de Educación, Mercedes Cabrera, que ha conseguido pasar sin pena ni gloria, sin romperlo ni mancharlo, por el complicado Ministerio de Educación, ve sus competencias ampliadas, con Asuntos Sociales y Deporte, signifique todo ello lo que signifique.

Luego está la reestructuración del organigrama: lo de Industria, Comercio y Turismo, que va a parar a las manos polémicas de Miguel Sebastián, podría ser una continuación en el error ya inaugurado con José Montilla y luego con Joan Clos en esta cartera. ¿Se llevarán bien ahora Sebastián y su teórico jefe, Pedro Solbes? Porque no es imaginable que Industria siga desgajado de la influencia de la vicepresidencia económica. Pienso que se ha perdido la oportunidad de crear un gran Ministerio de la Presidencia, bajo la influencia de la vicepresidencia primera, que englobase también a Administraciones Públicas, bajo la mano sin duda experta de Elena Salgado, que afortunadamente sigue en el gabinete.

-¿Innovación? ¿Qué innovación?-

La cartera de Investigación y Desarrollo, que va a parar a alguien con el brillante currículo de Cristina Garmendia, podría dar mucho de sí... si los demás integrantes del Consejo de Ministros se lo permiten. Sobre ‘las nuevas’ de Vivienda e Igualdad (¿) no tengo nada que decir: desconozco casi todo sobre dos jóvenes que tienen mucho que demostrar, y que sin duda están donde están en virtud del absurdo criterio de paridad de sexos en el que tan empeñado está el presidente Zapatero, que no es lo mismo que la igualdad, dicho sea de paso.

Lo mismo, más o menos, cabe decir de Carmen Chacón. El Ministerio de Defensa no es el más complicado, ni mucho menos, porque los militares son gentes disciplinadas y el Departamento está bien estructurado por los predecesores -José Bono, entre ellos- de la primera mujer que encabeza un Ministerio como este (y, además, la primera que dará a luz en el desempeño de una cartera en la historia de España: si se trataba de romper moldes, bien. Pero Carme Chacón, al margen de su buen talante y sus buenas conexiones políticas, no ha demostrado tampoco gran cosa hasta el momento).

Trabajo e Inmigración es, igualmente, una cartera difícil, que experimentará sobresaltos con los tiempos económicos que vienen. Celestino Corbacho está bregado en la pelea municipal y como ‘aparato’ del PSC; es casi como ‘otro Montilla’. ¿Bastará eso para desempeñar tan difícil trabajo? Todos elogian su capacidad como gestor y su talante de hombre serio. Para mí, en todo caso, es una más de las incógnitas sobre el funcionamiento de este primer gabinete de la segunda legislatura.

-Los que se han ido... y los que no llegaron-
Lamento la salida de Cristina Narbona y la desaparición de Medio Ambiente, englobado bajo el paraguas del Ministerio de Agricultura, pienso (no entiendo demasiado de esta cuestión, he de reconocerlo) que correctamente desempeñado hasta ahora por la callada Elena Espinosa. Pero Medio Ambiente es mucho más que un tema de agricultura: afecta, por lo menos, a Industria (y Turismo), a Economía, a Vivienda, a Fomento y hasta a Educación y Cultura. El hecho de que, como ocurre con tantas otras carteras, muchas competencias en esta materia estén descentralizadas no quiere decir que la cartera haya de desaparecer o minimizarse; estamos ante el futuro, ante un futuro que debería ser contemplado también por ese nuevo departamento de Innovación, cuyas funciones reales aún están por ver.

Como igualmente lamento no ver en el Consejo de Ministros a gentes del gabinete de Zapatero, como su director, José Enrique Serrano, o incluso su subdirector, Enrique Guerrero, que ‘sonaron’, ambos, como posibles ministros. O al líder de la oposición en Canarias y ex ministro de justicia, Juan Fernando López Aguilar, sobre quien aún pueden recaer nuevas tareas (¿una buena embajada, acaso? Quién sabe).

Aún no sé si lamento tanto como en los ejemplos anteriores que Jesús Caldera no esté en el nuevo equipo de ZP. Ignoro qué funciones le serán atribuidas en el futuro a este hombre que logró una relativa paz social -os sindicatos también tienen mucho que ver en esto, claro- y que la inmigración, pese a todo y a todas las críticas, no se desbocase. Pero que lo hizo sin el talante abierto y dialogante que hubiera sido de desear: de hecho, la mayor parte de sus colaboradores más inmediatos ya no aguantaban su escasa disposición a trabajar en equipo ni sus maneras algo bruscas, y, desde luego, tampoco era el favorito de la prensa.

Cierto que los nuevos cometidos ‘de futuro’ de Caldera, anunciados por Zapatero, parecen interesantes, pero, como en tantos casos, dependerá del hueco que los otros miembros de la ejecutiva federal socialista dejen a este hombre, que pudo haber sido vicepresidente del gobierno, que coordinó los programas electorales de 2004 y 2008 y que tanto hizo por el ascenso del desconocido diputado José Luis Rodríguez Zapatero hasta la secretaría general del PSOE.

Y, desde luego, no lamento nada la salida de Clos del Ministerio de Industria; era la crónica de un cesa anunciado. Así, sin más; logró hacer bueno a Montilla, lo que no es decir poco. Claro que ZP tenía que elogiarle, pero el suyo fue un elogio apenas protocolario. Y ‘algo’ le caerá en el reparto de la tarta, tan abundante, que reposa en el obrador de Zapatero.

-Los segundos escalones-

Nos quedan los segundos escalones, muchos de ellos tan importantes. Por ejemplo, en Interior: ¿cambiarán el director del CNI, tan cuestionado internamente, o el director general de la Policía y la Guardia Civil, cuya vocación por el cargo parece mejorable? Y en Exteriores: ¿quiénes serán los nuevos embajadores clave, señaladamente el de Washington? Y ¿quién será la mujer -todos dicen que será una mujer- que se ocupe de la Secretaría de Estado de Comunicación, un cargo clave que abrasa a cuentos lo desempeñan? ¿Seguirá el fiscal general del Estado (que parece que sí, de lo que me alegro)? En fin: a partir de ahora, multitud de preguntas, que se prolongarán durante varios días. Hay que esperar, esperar con esperanza, como decían los clásicos.
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