www.diariocritico.com
Nueva manía... Jefe es jefe

Nueva manía... Jefe es jefe

sábado 19 de abril de 2008, 15:46h

 En la misma medida en que pierde autoridad, el presidente Chávez insiste en repetir que él es el jefe. Quizás trata de recordárselo a los millones de votantes que se expresaron en diciembre en contra de lo que él proponía y no pudo imponer. Muchos de ellos, antes de esa fecha, lo deseaban y aceptaban a él como jefe. Pero en la última elección se abstuvieron de manifestar adhesión a un dirigente que aspira a conducir a los venezolanos de la misma manera que se hace en los cuarteles: dando órdenes noche y día, sin que haya derecho a réplica o preguntas.

Por eso al presidente Chávez le resulta obligatorio refrescarle cada día a sus partidarios, que cuando el juego revolucionario estaba en sus comienzos él era el único jefe. Y de la misma manera vehemente como se lo dice a los votantes lo afirma ante sus seguidores, es decir, ante quienes pretenden ser miembros del flamante PSUV, pero que hasta ahora sólo se les reconoce condición de aspirantes.

Todo esto hace pensar a los venezolanos que para hacer carrera política en el PSUV, los aspirantes deben previamente prestar un juramento proclamando su estricta e irremediable fidelidad al jefe único. Algo así como "¡Mande, mi comandante!". Ese requisito ya lo conocen los ex militantes de Podemos, el PPT, el MEP y el PCV, que debieron abjurar de su organización para poder enchufarse en el partido único y lograr un puesto en un ministerio.

Lo anterior pudiera ser simplemente algo pintoresco si se limitara a una agrupación política o a la solicitud de votos. Cada quien es libre de formar como y cuando quiera un grupo que él comande: quien quiera seguirlo, que lo siga. En muchas partes y en todo tiempo se dan casos de seguidores incondicionales. Pero cuando se trata de una sociedad, de una nacionalidad y más aún de una democracia, las jefaturas tienen límites.

Porque pertenecer a esa sociedad es inevitable y, además, genera derechos. Y estos se rigen por una constitución y unas leyes que determinan los ámbitos del mandar y del obedecer.

Por ello resulta inexplicable y grave que el Presidente afirme que "aun cuando el Banco Central de Venezuela es autónomo, yo soy el jefe del Estado, y jefe es jefe", y que de ahí concluya que "cualquier decisión debe ser consultada conmigo".

Los intentos de aplicar esta forma de razonar a las universidades, a los programas educativos y al esclarecimiento de casos judiciales, como el asesinato de Danilo Anderson, han generado resistencias que han debilitado la autoridad presidencial a tal punto, que ahora debe exclamar a cada rato "¡Aquí manda el pueblo, carajo!", para tratar de recuperar las posiciones perdidas y bajo el supuesto de que el pueblo es él, en menoscabo del resto los venezolanos.

Hay un viejo dicho popular que reza así: "Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces", que puede aplicarse al primer mandatario nacional. Porque mientras su jefatura y su popularidad se hacen cada vez más débiles, más a menudo el Presidente repite, y hasta grita, que él es el jefe y manda.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios