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Un método salvaje para imponer el capitalismo salvaje

Un método salvaje para imponer el capitalismo salvaje

jueves 01 de mayo de 2008, 00:59h
Naomi Klen es una periodista, economista política y activista antiglobalización canadiense, articulista de The Nation, que luego de desenmascarar el comportamiento de las grandes corporaciones en su libro No logo, ha publicado otro best seller en que ataca más frontalmente al nuevo capitalismo que se desarrolla en el mundo desde hace más de tres décadas, cuando ella recién nacía.

Llegó a Santiago la semana pasada a promoverlo. Su nuevo texto se llama La doctrina del shock y el auge del capitalismo del desastre, y en él afirma que hay una relación incontestable entre el “tratamiento de shock” económico de Milton Friedman y sus Chicago Boys y los “shock” eléctricos y de otro tipo – léase las diferentes tipos de tortura – en el desarrollo del nuevo capitalismo que hoy – aunque en crisis - agobia al mundo “y que algunos – dijo - llaman neoliberalismo”.

Invitada por la familia Letelier Morel,  del ex canciller Orlando Letelier, asesinado por la DINA en Washington en 1976, la ex colaboradora de The Guardian vino a conocer Chile, el país laboratorio donde se experimentó por primera vez esa técnica, y a explicar su tesis. No es novedad para los chilenos que la fuerte represión contra los izquierdistas (más de 30.000 ejecutados, detenidos desaparecidos y hechos prisioneros y cientos de miles de torturados en las cárceles de la DINA y la CNI)  selló a sangre y fuego el capitalismo salvaje que aquí se impuso y permanece hasta  hoy. Pero lo novedoso y potente de su libro es demostrar con documentados ejemplos de Inglaterra, Bolivia, China, Rusia y Estados Unidos, que el método inventado por Friedman para  implantarlo, es una versión evolucionada, mucho más cruel, de la doctrina del garrote de Teddy Roosevelt: se domina a los resistentes por el terror, por el terror a la represión, una que utiliza versiones modernas del electroshock que antiguamente usaba la siquiatría para dominar a los pacientes, lavarles el cerebro y poner en él nuevas ideas, las ideas del dominador.

Ante un Salón de Honor de la Universidad de Chile repleto, con mayoría de jóvenes que no habían nacido cuando surgió “la doctrina del shock”, y al día siguiente en una no menos repleta La Morada (la ONG feminista), en un inglés traducido con más voluntad que experticia, Naomi Klein recordó cómo el Canciller Letelier fue asesinado con una autobomba meses después de haber publicado en la revista norteamericana The Nation un artículo con la teoría que ella se encargó de estudiar después: la represión de las mayorías para favorecer los intereses de una élite, como las dos caras de una misma moneda.

Dijo que en el mundo no se menciona a Chile como el inicio porque luce mejor hablar de la Inglaterra de Thatcher o los Estados Unidos de Reagan, pero que todo empezó en nuestro país: en 1975, el economista Milton Friedman vino a Chile en medio de una crisis económica cuyo síntoma más visible era una hiperinflación. Se entrevistó con Pinochet y, de regreso en Estados Unidos, le envió una carta con su receta económica que éste confió aplicar a su discípulo Sergio de Castro. Klein comentó que al recorrer uno de estos días el ex centro de torturas Villa Grimaldi - uno de los más emblemáticos, porque por allí pasaron la presidenta Michelle Bachelet y su madre -, le llamó la atención cómo en el mural recordatorio de las víctimas, la cantidad de nombres aumenta notoriamente en el año 1975. Al año siguiente asesinan a Orlando Letelier en Washington, y al subsiguiente, Friedman recibe el Premio Nobel de Economía.

La solidez de la tesis de Klein crece en su recuento de  cómo en diversos puntos del globo se aplicó la misma técnica de violencia política seguida de violencia económica:
-    en Inglaterra, con Margaret Thatcher, incentivada por Friedrich von Hayek, otro Chicago Boy, la que aprovechó el triunfo en la guerra de las Malvinas para someter a los ingleses al “tratamiento de shock”, atacando sin piedad a su “enemigo interno”, los sindicatos mineros;
-    en Bolivia, en 1985, Paz Estensoro en su cuarto período, apoyado por un equipo económico secreto que incluía al más tarde presidente Sánchez de Losada y al economista Jeffrey Sachs, hoy uno de los líderes de la globalización, lo impuso tras relegar a los dirigentes sindicales mineros a la selva;
-    en China, en 1989 se implantó el sistema tras la masacre de Tiananmen. Luego, Friedman comentó jocosamente haber dado la misma receta a los chinos que a Pinochet;
-    en la ex Unión Soviética, Boris Yeltsin no vaciló en sacar los tanques con que derrocó a Gorbachov e incendió el Parlamento en 1991;
-    y por último en 2003, Estados Unidos, con el apoyo de Gran Bretaña, actuó en forma aún más salvaje, cuando invadió Irak, asesinó al líder Sadam Hussein y  sometió a una nación rica en petróleo.

La autora canadiense reconoce haberse inspirado en el ensayo del asesinado Canciller Orlando Letelier y en los escritos del argentino detenido desaparecido  Rodolfo Walsh y el uruguayo Eduardo Galeano para desarrollar su tesis. Cuando el senador chileno Juan Pablo Letelier, uno de sus presentadores en la Universidad de Chile, le preguntó si el capitalismo siempre tenía que ser “salvaje”, Naomi Klein respondió: “el capitalismo ES salvaje y se está poniendo aún más salvaje con la destrucción del planeta”.

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Lidia Baltra
Periodista
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