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La gula del dictador

La gula del dictador

viernes 19 de enero de 2007, 00:28h

Tomemos dos pasajes de sendas obras literarias:

“Ya no me detendría hasta el jaque mate con o sin bombilla. Claro, ustedes no conocen el regio juego del ajedrez, pero conocen a la perfección el plebeyo juego del truco. Hagan de cuenta que dije: Hasta no tener en la mano el As de Espadas y hacer saltar la banca”.

“¿La autonomía?” –“No estoy para pensar en semejantes pendejadas. Bastante que han jodido ya con esa autonomía”.

 El primero se encuentra en Yo, el Supremo, la novela de Roa Bastos que, como sabemos, versa sobre el Dr. Francia, autonombrado dictador perpetuo del Paraguay. Por las acciones que llevó a cabo, bien podría ser calificado como “progre”. El segundo corresponde a El Recurso del Método de Alejo Carpentier, que, sin referirse a un dictador en particular, sintetiza al autócrata de derecha latinoamericano. La literatura de esta parte del mundo está plagada de obras acerca de las dictaduras y citas similares a las puestas acá, se pueden encontrar sin demasiado esfuerzo. El punto es que, sin importar su adscripción ideológica, el apetito de poder absoluto del dictador es precisamente lo que lo define.

¿Qué hubiera pensado usted si de entrada no le prevenía que los precedentes, sobre todo el segundo, son extractos de novelas? Si me hubiera  tomado la libertad de modificarlos para adaptarlos al habla local, ¿podría emparentarlos con algunas expresiones (y acciones) de nuestro Primer Mandatario?

A esta voracidad por el poder total se la puede denominar, parafraseando a otra novela, como la “gula del dictador”, luego replantearse las preguntas para terminar diciendo: ¿padece S.E. de la “gula del dictador”? y remitirnos a los hechos:

La tuición –ingerencia- que ejerce sobre la Asamblea Constituyente, entorpeciendo toda gestión al interior de la misma destinada a  encauzarla por las directrices de la ley; el punto de toque ha sido el sistema de votación para la aprobación de los artículos de la nueva CPE. Haciendo caso omiso de la prescripción legal instruyó, por interpósita persona, no dar brazo a torcer con la imposición de la mayoría absoluta. Como si se tratase de una concesión, ahora habla de dos tercios, pero le pone letra chica: hasta el 2 de julio, una triquiñuela para hacerse del control absoluto de la redacción del texto constitucional, del que, por otra parte, no conocemos una versión oficial y sí muchas apócrifas –todas de terror- que aseguran todo el poder para el Presidente y su cohorte de adulones.

El sostenido avasallamiento, explícito o discursivo, a la institucionalidad democrática cuya manifestación más grosera se dio con el intento de golpe de Estado contra el Prefecto de Cochabamba. Una presión internacional discretamente manejada consiguió que el Gobierno retrocediese, aunque ya se había puesto en evidencia.

El dedazo en la designación de magistrados de la Corte Suprema, el asedio a los medios, la judicialización de la política, el proyecto de Estado parapolicial, la negación de las autonomías departamentales y otros despropósitos absolutistas, parecen indicar que, efectivamente, estamos ante un cuadro preocupante.

 

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