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Derecho a decidir

viernes 02 de mayo de 2008, 14:12h
Soy partidaria, como no podía ser de otra manera, de que a los niños les enseñen en el colegio asuntos tan elementales como importantes tales como el respeto a los demás, la igualdad, la necesidad de ser solidarios, la aberración que supone el racismo... etc. Es decir soy partidaria de que a los niños se les inculquen valores que hagan de ellos unos ciudadanos no sólo responsables, sino que siempre tengan en cuenta la vigencia de la Declaración de Derechos Humanos.

Por eso me parecía que la asignatura de Educación para la Ciudadanía podía resumir todas estas y otras enseñanzas encaminadas a que los individuos seamos mejores.

Pero Educación para la Ciudadanía, tal y como la ha concebido el Gobierno, está produciendo un rechazo inusual en muchas familias, tanto que hay comunidades autónomas, por ejemplo Madrid o la Comunidad Valenciana, donde sencillamente no ha entrado en vigor. Es una ley recurrida ante los tribunales por asociaciones de padres y por algunas comunidades autónomas, y ya hay resoluciones, por ejemplo del Tribunal Superior de Justicia de Andalucia, dando la razón a los padres que no quieren que sus hijos cursen esta asignatura tal y como está concebida.

El problema es que Educación para la Ciudadania va mucho más allá de inculcar unos valores de igualdad o de respeto a los demás, ya que aborda cuestiones de tipo moral que las familias creen que les corresponde a ellos inculcar o no a sus hijos. A lo que dicen los jueces del Tribunal de Justicia de Andalucia, además la asignatura no es ideológicamente neutral.

Verán, yo creo que el Gobierno debería de volver a reflexionar sobre ésta asignatura y no intentar imponerla. De la misma manera que a muchos les resultaría inaceptable que la religión fuera una asignatura obligatoria, también se debe de aceptar que Educación para la Ciudadanía, insisto: tal y como esta concebida, sea obligatoria para quienes no quieren que a sus hijos se les inculque principios morales por lo menos discutibles.

La educación es una materia que debe de ser objeto de consenso, y que desgraciadamente ni socialistas ni populares han sido capaces de ello, pero al menos esta asignatura debería de serlo. Imponerla es un rasgo de autoritarismo inaceptable, porque no estamos hablando de cuántas horas se debe estudiar Matemáticas o cuántas Filosofía, estamos hablando de moral y de ética, y nadie, nadie, y mucho menos el Estado, puede imponer una moral única a todos los ciudadanos.
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