Se celebró en el Ecuador el Día del Niño. La fecha ofrece una oportunidad para la concienciación colectiva sobre la aplicación de los derechos de los niños y niñas, que son el grupo de la población más vulnerable en el país.
Los índices de mortalidad y desnutrición infantil son una vergonzosa lacra de la pobreza. Veinte infantes murieron por cada 1 000 nacidos vivos en el Ecuador en el año 2006.
El retraso en el crecimiento como consecuencia de la desnutrición crónica afecta al 25% de los menores de cinco años.
Pese al aumento de la matrícula escolar, es muy alta la deserción y solo la mitad de niños que termina el ciclo primario continúa la educación secundaria.
Las estadísticas exhiben otras alarmantes cifras sobre la violencia y el maltrato infantil. Además, en el penoso fenómeno de la emigración, con la desintegración de las familias, los niños son los más afectados.
La vulnerabilidad de la población infantil exige privilegiar las políticas públicas de atención a la infancia. El aumento del gasto social y la trascendencia de los programas a favor de los niños y niñas imponen crear mecanismos técnicos para evaluar el impacto de esos programas. Este último es un campo en el que no se ha trabajo suficientemente. Y esa evaluación resulta esencial para mejorar el impacto de esos programas.
El Día del Niño busca incentivar todo el año una movilización general de sectores públicos y privados para privilegiar la atención a la infancia.