La democracia es un trabajo permanente

La decisión de la Presidenta de enviar el decreto 125 de retenciones móviles al Congreso para su aprobación ha recibido varias interpretaciones. Pero es probable que merezca otras dos observaciones que no se están siendo consideradas:

1.. La movilización rural, de pueblos y ciudades del interior y de los grandes centros urbanos que han sostenido su oposición a lo largo de casi 100 días ha tenido un éxito formidable. Un simple hecho prueba esta afirmación: si nadie se hubiera movilizado el decreto de retenciones del 10 marzo estaría rigiendo en paz y tranquilidad.

2.. Todos aquellos que reaccionaron indignados por las retenciones móviles deberían saber que su participación política debe continuar, si es que no quieren que se confunda su protesta solo con la defensa de sus intereses económicos.
La segunda observación tiene más efectos hacia el futuro que la primera.

“La democracia es el mejor sistema si la defendemos todos los días”. Una bandera con esta leyenda cuelga en la biblioteca pública en un pueblo de la costa este de los Estados Unidos.

La traducción a la realidad argentina del mensaje de esa bandera dice lo siguiente: todo está perdido si cada uno de los ciudadanos indignados y movilizados se va a su casa porque, de acuerdo a lo que estable la Constitución, ahora el Congreso está a cargo de la aprobación de las retenciones o de la creación de un nuevo régimen para las mismas. En otras palabras, protestar sin participar es la receta infalible para que nada cambie.

Los enojos argentinos son famosos porque son terribles, pero pasan rápido. Es bueno recordar, siempre, lo siguiente: en diciembre de 2001 el pueblo cantaba en la noche, “que se vayan todos”. En las elecciones de 2003 ese mismo pueblo reeligió a casi todos. La actual mayoría parlamentaria, después de tres elecciones desde 2001 es, de nuevo, la misma.

El relato de estos hechos indica que el matrimonio Kirchner, D•Elía, Moyano y los Fernández tienen, en el fondo, poco que ver con todo esto. Son el motivo del enojo de hoy pero los problemas de la Argentina son más profundos y no son nuevos. La primera decisión que debería tomar la oposición es sacar de sus argumentos la teoría del culpable, porque nadie la interpreta mejor que el gobierno.

Participar no es crear un Partido Rural siguiendo la receta del Manual Fascista de agruparse políticamente de acuerdo a intereses personales o sectoriales. Participar no es tampoco, necesariamente, afiliarse a algún partido político. Participar en los próximos días es continuar la movilización de otra manera y con otro objetivo.

Nueve de cada diez habitantes de la Argentina viven en 14 de las 24 provincias. Cada uno de esos distritos o provincias elijen tres senadores nacionales y una proporción de diputados nacionales de acuerdo a la cantidad de habitantes. La Ciudad de Buenos Aires elije 25 mientras que la provincia de Buenos Aires aporta 70, Santa Fe 19, Córdoba 18, Mendoza 10, Tucumán y Entre Ríos 9, Chaco 7 igual que Salta, Santiago del Estero, Corrientes y Misiones y Jujuy 6 igual que San Juan. O sea, que diputados y senadores de estas provincias totalizan 239 legisladores, cuyos votos serán decisivos para que el decreto del Poder Ejecutivo sea aprobado, rechazado o, eventualmente, reemplazado por otro.

Las decenas de miles de entusiastas de las cuatro entidades y autoconvocados que crearon más de 300 piquetes y cortaron las rutas no deberían desgastarse en mantener el paro. Deberían volver a sus pueblos y ciudades para realizar otro trabajo.

Ahora, para seguir participando, deberían buscar y entrevistarse en la casa de cada uno de los 239 legisladoras y legisladores y, con todo respeto, explicarles la legitimidad profunda de la protesta rural. Al mismo tiempo, mostrarles la necesidad de que solo través del Congreso debe discutirse y aprobarse –sin presión alguna- la política del sector. Al fin de cuentas, la primera y definitiva obligación de un legislador es con aquellos que lo eligieron.

“La democracia es el mejor sistema si la defendemos todos los días”.