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La empresa habla en chino

lunes 21 de julio de 2008, 11:37h
¿Se imaginan a sí mismos ante un auditorio de trajeados chinos realizando una presentación en mandarín? Este es el objetivo para el que hincan los codos los alumnos del curso Chino para los Negocios. Desde hace cuatro años la Cámara de Comercio madrileña, a través del Instituto de Formación Empresarial, organiza esta herramienta, muy útil para las empresas que extienden sus intereses hasta el gigante oriental. Las razones son obvias. Sus más de 1.300 millones de habitantes son un caramelo para las grandes corporaciones y están empezando a atraer también a las pymes hacia esta potencial fuente de negocios.
La República Popular China ha mantenido durante años una política de absorción de materias primas de la que no han quedado al margen las empresas españolas. En la actualidad el país asiático es para España un cliente más importante que muchos de los considerados mercados tradicionales de la exportación española. Por ejemplo, se exporta actualmente más a China que a cualquier país de América Latina.

Y además de las dificultades lógicas con el idioma, entre el empresario madrileño y el hombre de negocios chino se levanta la barrera de una cultura empresarial muy diferente. Por ello, cada año tres tandas de cursos enseñan los rudimentos del idioma y el protocolo chino a todos los interesados. De octubre a enero, de enero a mayo e intensivamente en el mes de julio, cualquiera puede acceder a la convocatoria de estos cursos.

“Muchos alumnos ya tienen negocios con China, trabajan en empresas que se dedican a la importación-exportación, tienen empresas propias o son gente que trabaja en departamentos y que saben que la tendencia es ir a China”,  explica Juliana Moreno, coordinadora de los cursos.

“Nadie va a aprender chino como para mantener una negociación, por que es un idioma muy complicado. Las negociaciones se realizan en inglés. Pero todas las culturas son muy agradecidas cuando nos dicen algo en nuestra lengua y los chinos especialmente. El empresario sabe que lo mucho o lo poco que halla aprendido en chino le va a ayudar para establecer un vínculo de confianza.”, añade. Aunque existen 60 dialectos en toda China, los cursos de la Cámara  se centran en el mandarín, procedente del entorno de Pekín y que es hablado por un 75 por ciento de la población, por unos 836 millones de hablantes. Esto convierte al chino en el idioma más hablado del planeta. 

El siglo del gigante
En pleno mes de julio, una decena de alumnos atienden aplicadamente al dictado del profesor Lee. Uno de los alumnos, que intenta seguir las explicaciones con el ceño fruncido, ironiza cuando se le pregunta por qué empezó a estudiar el idioma hace ya cuatro años. “Masoquismo, aburrimiento extremo en casa”. Bromas aparte, explica que su trabajo en un departamento comercial como encargado de las relaciones con Asia-Pacífico, hacía muy interesante su iniciación al idioma. “En China las empresas lo valoran mucho, sirve para crear buenas relaciones y para conseguir alguna rebaja”.

Sus compañeros lo corroboran, a pesar de que estudiar esta lengua no siempre es un camino de rosas. ¿Lo más difícil? Todos coinciden en señalar la caligrafía y la pronunciación .“Para poder leer bien el periódico hay que aprender unos 3000 caracteres.”, explican. Ellos, en tres o cuatro años han llegado a conocer entre 300 y 500. En cuanto a la pronunciación, la dificultad estriba en que el chino es un idioma tonal.

Existen cuatro tonos principales y no pronunciarlos bien puede dar pie a malentendidos y confusiones desagradables, algo especialmente perjudicial a la hora de hacer negocios. María, una de las alumnas del grupo avanzado, hace una demostración con la partícula ‘ma’. ‘Mā’, en primer tono, significa 'madre'. ‘Má’, en segundo tono, 'sésamo'. ‘Mǎ’, en tercer tono, es  'caballo'. ‘Mà’, en cuarto tono, 'insultar' y ‘Ma’, sin tono, es una partícula interrogativa.

Aunque el desánimo cunde cuando el profesor señala que “hay que olvidar 10 veces un carácter para llegar a aprenderlo”, recuperan la sonrisa cuando improvisa una metáfora sobre el aprendizaje. “Estudiar chino es como tomar una caña de azúcar.-compara Lee- Cuanto más hacia el final, más dulce. Es diferente cuando llevas, uno dos tres años, a cuando llevas siete, cuando ya te resulta mucho más fácil memorizar.”

Lo cierto es que entre los objetivos de estos cursos se encuentra el que los alumnos lleguen a mantener conversaciones sobre temas habituales en su puesto de trabajo, a comprender correspondencia comercial, a realizar presentaciones personales, redactar cartas con estilo o leer artículos de prensa. Además, estarán iniciados en el complejo protocolo empresarial chino. Como resume una de las alumnas del curso de iniciación, “si el siglo XIX fue el siglo de los ingleses y el XX el de los americanos, el XXI será el siglo de China". Con algo de voluntad y mucha constancia estos empresarios no perderán el tren de las inversiones en el país del sol naciente.

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