Triste comienzo de vacaciones para ZP

El hecho de que De Juana Chaos salga de la cárcel este sábado, día en el que se inician efectivamente las vacaciones de muchos, entre ellos las del presidente Zapatero, puede resultar ilustrativo. Una casualidad que culmina una serie de datos que sin duda son una pesadilla para alguien acostumbrado a ser tratado con dulzura por la diosa Fortuna: ZP se va a Doñana con su índice de popularidad en baja y, lo que para él es peor, viendo cómo remontan los ‘populares’ en las encuestas sobre intención de voto. Se va con la seguridad de que la crisis económica, de la que su gobierno sin duda no es culpable, pero que ha estado mal toreada por su gobierno, estará ahí, incólume y engordada, cuando se produzca el regreso. Se va con el disgusto que le ha dado algún ministro, empeñado en hacer la guerra mediática por su cuenta, y que lo que hace en realidad es el ridículo más espantoso (sí, me refiero nada menos que al titular de Industria y, si Dios no lo remedia, futuro vicepresidente económico, don Miguel Sebastián, a sus últimas declaraciones y a sus recientes ‘ideas luminosas’).

Cito estos puntos ‘negros’ sin pretensión de ser exhaustivo y, menos aún, de regodearme con lo que va mal, que es bastante, porque lo que va mal para el equipo de ZP va mal para todos nosotros. Hay un clima moral de resignación ante la pérdida económica y ante el aluvión de datos negativos que llegan día tras día; hay resignación fatalista ante la fotografía anunciada de De Juana saliendo de prisión y yendo a vivir a su casa, rodeado de víctimas de ETA; hay un pesimismo generalizado instalado en el cuerpo social de una ciudadanía que apenas quiere ya huir hacia las vacaciones, benditas vacaciones –sobre todo, para quienes las disfruten--. Un pesimismo que contrasta con ese optimismo que quisiera inculcarnos –y hay que agradecérselo, pese a todo— quien ahora dirige políticamente nuestros destinos.

 No ha sido, no, precisamente brillante esta primera etapa de la segunda legislatura, tan llena de ocurrencias –y ocurrencios—de ministras y ministros que patentemente no se coordinan entre ellos. Hay malos datos económicos y también políticos, cuando de nuevo estalla la rebatiña entre las autonomías y cuando el lehendakari anda ya lanzando sus tercos, impresentables, gritos de batalla de cara a un otoño que, aunque decirlo sea tópico, amenaza con ser bastante caliente.

Zapatero, y no lo digo solamente por la encuestas del CIS, está en horas bajas: el hombre que dominaba la situación con una media verónica de sonrisa, el personaje favorito de los medios, encaja mal los golpes del destino, revestidos ahora de paro, inflación y recesión económica en general. Le han ofrecido –con mayor o menor sinceridad—manos tendidas que él ha rechazado; podría haber puesto en marcha grandes proyectos --¿por qué no ensayar esos nuevos pactos de La Moncloa que le sugieren?—y ha preferido decantarse por el ‘plan bombilla’ con el que nos divirtió tanto el señor Sebastián.

 Siendo, como pienso que es, persona de sentido común y de buena voluntad, imagino que aprovechará este breve descanso –a mediados de agosto, nuevo Consejo de Ministros, para evaluar la marcha de los indicadores político-económicos y sociales—para tomar impulso y buscar algunos conejos que introducir en su chistera. Confiemos en que las musas lo iluminen, porque en las lámparas de bajo consumo del Ministerio de Industria yo, al menos, he dejado de creer definitivamente.