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Desparpajo

viernes 15 de agosto de 2008, 19:06h

Cada vez estoy más convencido que la principal virtud -o lo que sea- del presidente del Gobierno es algo que la Real Academia de la Lengua define textualmente como "suma facilidad y desembarazo en el hablar o en las acciones", o sea el "desparpajo", una palabra casi en desuso pero que es la que mejor encaja en la actitud de este ZP que, estoy seguro, no pretende ni mentirnos, ni tomarnos el pelo, ni tratarnos como a niños; sencillamente tiene desparpajo, tiene esa rara facilidad y desembarazo para decir -y hacer- lo que más le conviene en el momento que le parece. Pero no hay, creo, mala intención en ZP y eso es lo más preocupante: que va de legal porque la amnesia que los demás podemos advertir en sus actuaciones, no es tal sino que, en su mundo interior, todo ocurre como él cree que ocurre y como debe ocurrir.

Esta reflexión nos lleva inevitablemente a la siempre didáctica historia del rey desnudo pero también a la escena de una película, creo que francesa, en la que el reloj de un viejo bar iba hacia atrás sin que ningún parroquiano le diera la menor importancia; cuando entra el forastero y se queda mirando el reloj, la camarera le aclara: el reloj va bien, quien va mal es el mundo. Pues eso. Nuestro presidente está en lo cierto, marca el camino y dice y hace con suma facilidad y desembarazo lo que se le va ocurriendo en cada momento sin mayor maldad  porque está sencillamente convencido de que cuanto hace y dice está bien hecho y dicho. De otra forma no se explicaría que asegure con una serenidad apabullante y en una muy nutrida rueda de prensa que la crisis ya estaba prevista en su programa electoral o que está cumpliendo escrupulosamente lo suscrito por él en el Estatuto de Cataluña. Por poner dos ejemplos.

Él es así. Ha sustituido el carisma por el desparpajo y, al paso alegre de su talante, sobrevoló los primeros cuatro años de su mandato firmando estatutos imposibles, repartiendo calderilla entre los pobres como una marquesona antigua o empeñado en mantener negociaciones cuando ya se vio que era inútil y hasta perjudicial seguir en ese empeño.

Nunca ha quedado del todo claro si el desparpajo es cualidad positiva o negativa, pero no estaría de más que alguien se preocupara de advertir al presidente sobre esa falta de sincronización que se produce algunas veces entre el mundo que sueña ZP y la grosera realidad. El problema es que nadie en su entorno lo va a hacer porque todos a una se empeñan en ver al rey vestido y cuando el niño -o el palafrenero negro según Petronio- advierten su desnudez, son los primeros en negar la mayor para hacerse uno con el jefe y seguir en el absurdo engaño acusando de lo que sea a quienes intentan sólo decir la verdad: no se enteraron de la crisis y luego la negaron y hasta se inventaron nombres para no admitirla lo mismo que promovieron un estatuto para Cataluña que no era de recibo y no por la palabra patria sino por las cantidades que se comprometían. Pero con suma facilidad y desembarazo dice ahora el presidente del Gobierno que no pasa nada, que todo va como era previsible y que él ha hecho lo que debía hacer. Y ese el problema: que se lo cree.

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