Tras la preocupación generada por el 'crecimiento cero' del PIB en el segundo trimestre de este año, Brown aprovechó las diferentes entrevistas concedidas en su visita oficial a Pekín por la clausura de los Juegos Olímpicos para garantizar una reacción ante las consecuencias que la situación de los mercados internacionales están acarreando para las economías domésticas.
En este sentido, el mandatario ve cómo uno de los avales con los que había contado hasta ahora para reivindicar su gestión, los años de crecimiento ininterrumpido experimentados con el Gobierno laborista, tocan a su fin, si bien rechazó pronunciarse sobre si Reino Unido se encuentra a las puertas de una recesión, como ha apuntado el propio gobernador del Banco de Inglaterra, Mervyn King, al augurar "uno o dos trimestres" de saldo negativo.
No obstante, reconoció que el alza del petróleo y del precio de los alimentos inevitablemente afecta a las familias, que ven aumentada la presión sobre las facturas, pero en declaraciones a la cadena BBC añadió que "la economía británica es fuerte". "Tenemos que llevar a la gente a través de estos tiempos difíciles", asumió, tras lo que declaró: "Lo hemos hecho antes y lo haremos otra vez".
Con todo, tras los varapalos electorales sufridos en el poco más de un año que lleva en el poder y que él mismo atribuye a la preocupación por la economía, Gordon Brown admitió que "no se puede esperar que la gente ande celebrando por la calle que los precios del petróleo y los alimentos van en ascenso".
Por ello, insistió en destacar el carácter puntual del cuestionamiento de su liderazgo en su propio partido y se mostró convencido de que seguirá en el número 10 de Downing Street el próximo año. Así, consideró que su continuidad supone "lo correcto para este país" y, pese a las tentativas de relevo que podrían desencadenarse con el reinicio del curso político, dijo estar "totalmente centra sólo una cosa: sacar a este país de estas difíciles circunstancias económicas".
Si (
No(
