¿Y de lo mío qué?

El debate sobre la crisis económica había generando gran expectación en la ciudadanía. Aquí, el que mas o el que menos, está sufriendo en sus propias carnes la situación que atravesamos y, por eso, espera respuestas concretas que alivien su situación personal, familiar, incluso empresarial. Pero, tal y como dice Joseph Antoni Durán i Lleida, esas medidas, soluciones a corto plazo como pueden ser garantías de puestos de trabajo, recolocación a los que se han quedado sin empleo, y ayudas a las pequeñas y medianas empresas, no se han reflejado en los treinta minutos de discurso del presidente Zapatero en el pleno del Congreso de los Diputados.

Más de un parado cuestiona ese ejército de 1.500 orientadores profesionales que lo único que va a hacer es molestarle con propuestas absurdas, sin sentido y que lo único que hacen es proponerle actividades desconocidas, incluso en zonas que suponen movilidad geográfica y, por lo tanto traslado de familia con las consabidas molestias.

   Y los inmobiliarios se preguntan que van a hacer con una línea de crédito de 3.000 millones de euros cuando las necesidades de sus empresas para salir de la crisis  se multiplican por 100.

   Y las familias angustiadas por las hipotecas. Para ellas se insiste en lo de los 400 euros cuando el que mas o el que menos sabe que la subida de tipos de interés le ha costado como poco entre los 700 y los 900 euros. Y eso quien ha podido cobrar esos 400 euros que, tal y como dice Rajoy,  no todo el mundo se ha podido beneficiar de  una iniciativa mal diseñada en origen.

   Y, al final, tras una primera reflexión sobre ese discurso de media hora, a uno se le queda cara de tonto. Y el Presidente seguro que tan contento pensando que ha tranquilizado al país. Vamos que ni Sebastián le supera en lo que a despropósito se refiere.