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La victoria de Margarita y de su partido

viernes 12 de septiembre de 2008, 10:08h

Decía Alfonso Alonso en una entrevista que “al PNV le van a dar más poderes en órganos del estado (se refería a la incorporación de vocales jeltzales en el Consejo General del Poder Judicial y la Comisión de la Energía), ese Estado en el que precisamente los nacionalistas dicen que no quieren participar. A Zapatero le interesan los votos del PNV en el Congreso y eso quiere decir que el PSOE le pagará al PNV cualquier precio que tenga que pagarle”. Cita textual.

Pues si. Como en su día hizo Aznar, hasta que tuvo mayoría absoluta y nos sacó del Consejo de RTVE, de la Mesa del Congreso, del Consejo de Telecomunicaciones y de la Energía y del Consejo General del Poder Judicial. Y se olvidó del de las Universidades.

De momento, solo hemos “recuperado” una Mesa, y, ahora parece, que una vocalía en el Consejo General del Poder Judicial. Si quieren que juguemos en ese Bernabéu político que es Madrid, es con todas las consecuencias.

Ya en su día, en tiempos de Felipe González, fue miembro del Consejo, Emilio Olabarria que saltó del hemiciclo del Congreso a éste Consejo General del Poder Judicial, que no es ni más ni menos que el gobierno de los jueces.

Cuando tocó renovarlo, el mismo día, en distintas horas, Jesús Caldera, portavoz del PSOE y Luis de Grandes, portavoz del PP, nos pidieron un nombre de prestigio para este cargo, que no fuera un político/a en ejercicio, y que procediera de la magistratura. Tras hablar con el EBB y con nuestra compañera, les contestamos diciendo que la candidata era Margarita Uria, ex Directora de lo Contencioso, letrada, funcionaria del Gobierno Vasco, diputada, y persona vinculada a la Judicatura por su trabajo. Los dos la admitieron de buena gana diciéndonos que rompía el criterio planteado pero que, tratándose de Margarita Uria, no había objeción pues era persona de consenso y admitida por todos. Al poco, la rechazaron, y, no solo a ella, sino a cualquier candidato del PNV. Aznar en persona había tomado la decisión. Aquel presidente en su inquina contra el nacionalismo vasco tenía que cobrarse piezas de caza mayor y deseaba que se visualizara su poder y su aversión al PNV. Y lo hizo fríamente. Nunca nos dio la más mínima explicación. En su lugar pusieron a un antinacionalista y a un antivasco. Dos en uno.

Lo curioso fueron los acercamientos y los pésames posteriores que tuvimos y tuvo Marga por parte de aquel mundo silencioso que reconocían que lo hecho por Aznar había sido un acto de sectarismo en estado puro. Pero Margarita no perdió la compostura y siguió trabajando en todo lo relacionado con el mundo judicial con iniciativas parlamentarias, organizando Foros, acudiendo a presentaciones de libros, siendo ponente en decenas de jornadas, felicitando todos los cumpleaños a todo quisqui y haciéndose un hueco de forma tan natural que ha hecho que, presentada de nuevo otra oportunidad, su candidatura era la lógica. Ya no estaban Aznar y sus talibanes para que nadie metiera la bola negra contra una jurista responsable y trabajadora.

Me cabe la satisfacción de haber sido quien le llamé un día de 1993 para preguntarle si le gustaría dar el salto a Madrid. Le había conocido en una reunión en Sabin Etxea, cuando acompañando al Consejero Juan Mari Atutxa, nos explicó la necesidad de una ley que protegiera a los testigos. Y lo hizo muy bien, de tal forma, que necesitados de cubrir la portavocía de la Comisión de Justicia, nadie mejor que Marga, que además era mujer cuando las mujeres, con razón, pedían paso.

En la primera oportunidad, no salió elegida. En la segunda si. Para buscarle ubicación se le propuso para el Senado a Rikardo Gatzagatxeberria que desde la presidencia de la Comisión de Agricultura y Pesca del Senado creímos podía hacer incluso más y mejor trabajo que en el Congreso. Y lo hizo.

Diezmado nuestro Grupo por la división de 1986, cuando Rikardo llegó a Madrid tuvo que hacerse cargo de varias comisiones, una de ellas, la de Agricultura y Pesca. “Sabes la diferencia entre un besugo y una merluza” le pregunté. “Si, soy de Ondarroa”. “Pues tú mismo”. Y al poco se convirtió en uno de los mejores expertos en este campo. Hoy en día todavía nos preguntan por él en el sector.

La noticia del acuerdo PSOE-PP para renovar el Consejo tras dos años en funciones, era lógico. Quien tiene hoy la mayoría es el PSOE, no el PP y si tanto se habla de un estado plural, no es ninguna cuestión estrambótica que las llamadas “minorías” estén en el Consejo, aunque la extrema derecha, al día siguiente, bramara contra unos partidos nacionalistas que ahora, decían, tendrán en su mano la llave del bloqueo ante un empate entre el PP y el PSOE y eso era inadmisible en un estado que “esos nacionalistas adversan”. En definitiva que les ha caído fatal. Y, tampoco, por este lado, está mal la cosa. Si tanto les molesta es que saben que en cinco años, las cosas van a ir enderezándose y se irá hacia un Consejo más progresista y humano.

El Consejo actual, presidido por Antonio Hernando, un franquista sin reciclar, clamaba al cielo. Junto con el catalán de CIU, Camps, la ex diputada hará un buen trabajo y en Madrid, por lo menos, habrá una puerta que tocar.

Bueno. Volvamos a Margarita a la que votaremos esta semana. Sobrina de Juan Echevarria Gangoiti, letrada todo terreno, con la agenda telefónica más surtida de Euzkadi, hará un buen y riguroso trabajo en Madrid. Argumentará, no perderá los nervios, tratará de conciliar posturas y nos dejará en buen lugar. Lleva la marca del “PNV hormiga”. El PNV de siempre.

¡Zorionak!
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