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El sarao tan baratito que es la ceremonia de los premios Príncipe de Asturias

El sarao tan baratito que es la ceremonia de los premios Príncipe de Asturias

viernes 24 de octubre de 2008, 20:18h
Los periodistas serios se acreditan para ir a las reuniones del G-8. Los cotillas como yo, aficionados al periodismo, nos acreditamos a cualquier sarao que se precie. Y me perdonan ustedes, pero los Premios Príncipe de Asturias, lo son. Cultos, sí, pero saraos al fin y al cabo. Allí dónde la gente va a ver y a ser vista y todo lo impregna el sonido de las copas de vino brindando y unos ricos canapés para no ponerse ebrios, eso es un sarao. Da igual quién esté dentro.
Mi línea (ya lo saben) no es la de la información (para eso ya están los aburridos del País) sino la del cotilleo. Y en mí responsabilidad he venido a Oviedo para verlo todo in situ y contárselo. Es difícil empezar. Son tantas cosas que, a pesar de mi verborrea, me cuesta. Puedo iniciar este relato haciéndoles un gráfico con una palabra y un color: policía y azul. Oviedo sitiado es la mejor definición. En mi vida había visto tanto policía nacional junto. Esto, ¿cuánto nos cuesta? No lo quiero ni pensar pero entre los secretas, los de Casa Real (¡¡¡qué simpáticos son siempre!!!), los de Oviedo y los desplazados… Esperemos que esto dé una buena imagen de España en el extranjero y nos aumenten las inversiones. (Un inciso: los Policías Nacionales se portan bien y lo tienen todo perfectamente controlado, aunque ponen una cara de asco los pobres!!!!!!!!!!!!! No les debe de gustar mucho estar en estos premios, igual les mola más los Goya. Además han debido de hacer un casting para Oviedo y se han traído a los más monos).

    Pero voy al lio. Previamente a la entrega de los premios por la tarde en el Teatro Campoamor, el centro de operaciones se encontraba en el Hotel de la Reconquista. Allí, por la mañana los príncipes de Asturias recibieron en audiencia a los galardonados para hacerles entrega de unas insignias que (se supone) han de ponerse en la solapa los caballeros y dónde puedan las señoras. Uno a uno se les iba llamando y se acercaban a saludar a don Felipe y doña Letizia. El príncipe, risueño, la princesa, nerviosa. Reconozco que ha sido la primera vez que la he visto en persona y me ha sorprendido lo poco tranquila que está a pesar de llevar ya cinco años ejerciendo el cargo. Se sigue tocando la melena, se sigue sonriendo de manera nerviosa y cuando no sabe dónde mirar, mira a su Felipe. Normal. Al final del acto, foto de familia y doña Letizia, muy en su papel de organizadora, le colocó ella misma la insignia a Ingrid Betancourt. No lo logró, porque se le cayó ésta al suelo, pero Felipe se apresuró rápido y veloz a recogerla. Pero sí, doña Letizia es una organizadora nata. A pesar de estar los de protocolo, ella indica amablemente a la gente dónde se tiene que colocar. Es lo que se ve que ella ha entendido como su servicio al pueblo.

    Los ganadores del Príncipe de Asturias a Comunicación y Humanidades, los creadores de San Google (a estos habría que santificarlos porque hay que ver de cuántos apuros nos sacan), Larry Page y Nikesh Arora hicieron algo memorable. Cuando fueron a darle la mano a sus Altezas, fueron con el móvil que acaban de sacar al mercado unos días, el G1, en la mano y, ni cortos ni perezosos se lo enseñaron a doña Letizia que, con cara de alucine debió de pensar para sus adentros: “este no es el momento”. Hay gente que a esto le llama ser cara dura, yo a esto le llamo don de la oportunidad. Al fin y al cabo estaban recogiendo las imágenes decenas de fotógrafos de todo el mundo.

    Al finalizar la foto en grupo, se relajaron y charlaron entre ellos. Fue el momento en el que vi a Rafa Nadal conversando con Margaret Atwood. Ella miraba hacia el techo y le señalaba algo al príncipe de Manacor. Él (ignoro si porqué no le interesaba o porque no entendía su inglés) no decía nada. Simplemente asintió con la cabeza y dos minutos exactos después, se giró y dejó a la literata mirando a los cielos.

    Después de esto, el cóctel. Allí vi al Duque de Huéscar que me comentó que le hacen más caso las señoritas que los señores. ¿?¿?¿? Pues no veo yo la rareza en esto, sinceramente. Luego añadió que lo agradecía teniendo en cuenta que él nunca había sido hombre guapo. Claro, ahora resulta que para acercar féminas lo importante es ser guapo. En fin, la nobleza cuán alejada vive del pueblo llano.
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