Era una de nosotros…

Susana Olmo era una de nosotros, una colega, una de esas periodistas que andan por la vida a pie, sin pretender cambiar el mundo, sino radiografiarlo en lo que el mundo se deja. Con ella he recorrido aeropuertos, palacios presidenciales, cabañas y mucho, mucho pasillo por las Cortes. Juntos nos enfrentamos al espectáculo de la Pasionaria y Rafael Alberti presidiendo la mesa del Congreso de los Diputados porque habían llegado las libertades. Juntos vivimos la transición, cada uno desde su trinchera. Susana Olmo estaba en todos los fregados políticos, tomaba partido por la verdad sin ceder jamás lo que tenía en su particular almario. Fue valiente en su vida profesional y en su vida privada, hasta el final: poca gente habrá mirado tan de frente a su destino, sin una puñetera lágrima, como ella. 

Si el periodismo es contar lo que otros no cuentan y contarlo mejor, dar algún pisotón informativo no ceder jamás a presiones y chanchullos, Susana era una periodista de cuerpo cabal. Era inmune a lisonjas y a presiones. Supongo que por eso a veces resultaba cómoda, pero ¿no es este el destino del auténtico periodista? Y, en lo humano, ahora ya nos va a faltar algo para siempre, ¡que putada!