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La amenaza rusa y la indefensión de Europa

martes 02 de enero de 2024, 08:18h

Rusia puede constituir una grave amenaza para Europa. Tiene voluntad de vencer e identidad nacional, buena capacidad de combate convencional, potente industria de guerra y destreza en las guerras electrónica e híbrida.

Sin embargo, Europa -en concreto a Europa occidental- tiene dificultades para desplegar los efectivos necesarios, es incapaz de aplicar el reclutamiento universal, su industria de guerra está fragmentada y carece de conciencia de defensa.

Amenaza rusa

Voluntad de vencer

Las élites rusas −burócratas y empresarios que han alcanzado su estatus gracias al apoyo oficial− protegen al régimen y son nacionalistas. La ciudadanía también es patriótica; las fuerzas armadas son la institución más fiable en Rusia[]; «dos tercios de la población afirman que el país va en la dirección correcta y más de la mitad dice que la guerra en Ucrania va bien»[]. Esto permite incrementar en 2024 el presupuesto de defensa el 68 por ciento −lo que representa el 6 por ciento del PIB− y explica la capacidad para el reclutamiento obligatorio y para asumir y reemplazar las bajas en combate; en 2022 Rusia aumentó sus efectivos en un 30 por ciento, lo que le permitió cubrir las 100.000 bajas de la guerra y «soportaría −dice Seely− medio millón de vidas más»[].

Identidad nacional y patriotismo

La esencia del patriotismo ruso está en sus escritores clásicos. León Tolstoi en Guerra y Paz, publicada en la década de 1860, moldea la identidad nacional ante la invasión napoleónica −en una sociedad hasta entonces fragmentada− mediante una rica interacción de historia y ficción que muestra magistralmente el alma colectiva. Sofía Fedorchenko en El pueblo en la guerra −una de las novelas más influyentes− no sólo muestra magistralmente los sentimientos de los soldados, sino también el amor de los intelectuales por las esencias culturales del pueblo y las claves de cómo construir el discurso que sostiene el alma rusa.

La Segunda Guerra Mundial (La Guerra Patriótica) se ha integrado en la actual narrativa de la historia rusa −centrada en el mito de la lucha y en la consolidación del patriotismo− y conserva en gran medida su estatus de sagrada e intocable; «su memoria −señala Malinova− ha sido el aspecto más utilizado del pasado»[].

Durante los últimos 20 años, Rusia ha realizado un esfuerzo constante para consolidar la nación con un relato propio y excluyente, que ve a Occidente como una amenaza a su originalidad histórico-cultural; en consecuencia «las guerras de Moscú −dice Kolesnikov− son justas, defensivas, triunfantes y preventivas»[]. El conservadurismo ofrece una fórmula en la que los mitos históricos y las visiones del futuro se insertan en una narrativa nacional en continua búsqueda de la patria histórica, en oposición a la patria incompleta contaminada por el poder blando y el liberalismo occidental.

Guerra convencional

El ejército ruso tiene mayor tamaño que al comienzo del conflicto ucraniano; las fuerzas armadas han ampliado los efectivos de 1,15 a 1,5 millones[]. Después del fracaso inicial, ha pasado a ser una fuerza más estructurada, coordinada y reactiva, particularmente fuerte en la defensa en profundidad.

El concepto de defensa en profundidad fue concebido en 1916 por el ejército de la Alemania Imperial. Básicamente consiste en que el defensor no debe mantener el terreno a toda costa sino «obligar al atacante a agotarse y frustrarse −precisan Bauer y Geyer− mientras el defensor conserva su fuerza».

La doctrina soviética asumió e hizo propio el concepto alemán; la defensa en profundidad empleada en la batalla de Kursk, en la Segunda Guerra Mundial, es el modelo que Rusia ha seguido en la guerra de Ucrania. El tamaño de las fortificaciones −superan los mil kilómetros de longitud y los cincuenta de profundidad− y la rapidez de su construcción muestran la capacidad de la ingeniería militar rusa: los campos de minas y los obstáculos han detenido a las tropas y blindados ucranianos mientras recibían potentes fuegos de armas contracarro y de artillería.

Industria de guerra

Entre 2026 y 2028, la industria de guerra rusa podría estar en plena producción; Grynszpan precisa que «ha ampliado en los últimos meses varias plantas de producción cave»[].

La fabricación de munición de artillería casi se ha duplicado y se ha complementado con más de un millón de proyectiles y cientos de obuses procedentes de Corea del Norte; Bronk precisa que «se ha pasado de producir cuarenta misiles de largo alcance por mes, al comienzo de la invasión a Ucrania, a más de cien»[].

Guerra electrónica

​Rusia también intercepta bien la munición ucraniana guiada por GPS. Ha logrado que parte de los proyectiles de 155 milímetros Excalibur −de hasta 55 kilómetros de alcance y 5 metros de precisión−, de las bombas guiadas JDAM-ER −capaces de alcanzar objetivos a 72 kilómetros de distancia− y de los cohetes GMLRS HIMARS −con un alcance de 300 kilómetros− no impacten en sus objetivos. Además, sus municiones merodeadoras Lancet, que se producen en grandes cantidades, han resultado eficaces ante objetivos ucranianos protegidos electrónicamente.

También está desplegando un importante sistema electrónico cada 10 kilómetros a lo largo de la línea del frente que afecta sensiblemente a la capacidad de los drones ucranianos; Reynolds precisa que «Ucrania pierde hasta 10.000 vehículos aéreos no tripulados al mes debido a la efectividad de la guerra electrónica rusa y al uso extensivo de interferencias en la navegación»[]. Anular los drones es muy importante porque, al captar con sus cámaras con detalle lo que ocurre en el terreno, produce una sensación de inseguridad y aislamiento desconocidos hasta ahora en los combatientes.

Guerra híbrida

El Kremlin ataca los puntos débiles de Occidente con sobrevuelos agresivos, campañas de desinformación, intromisión electoral y amenazas cibernéticas. La estrategia no es nueva; la doctrina Gerasimov, entendida como «tendencia a desdibujar las líneas entre los estados de guerra y paz»[] se basa en el concepto de guerra subversiva de Messner: «Actividad que pretende erosionar la cohesión sociocultural y militar de un adversario»[]

Europa inerme

Disponibilidad mejorable

Se considera que los 42.000 soldados, 60 buques de guerra y cientos de aviones de combate desplegados actualmente no responderían adecuadamente a la amenaza rusa[].

El Nuevo Modelo de Fuerza de la OTAN prevé disponer de una fuerza desplegable −principalmente europea− de unos 300.000 soldados, pero reunirla no será fácil, a la vista del incumplimiento sistemático de los compromisos de defensa.

Además, la fuerza previamente al despliegue debe realizar maniobras realistas, a las que Europa da menos importancia que Rusia; «entre 2015 y principios de 2023 −señala Lindley-French− el ejército ruso realizó once ejercicios con al menos 10.000 soldados, mientras que la OTAN realizó seis»[].

Dificultades para aplicar el reclutamiento universal

Las fuerzas armadas europeas −con más de dos millones de efectivos− son de las más numerosas del mundo, pero usar el uniforme no es lo mismo que estar listo para el combate; «las estimaciones del personal desplegable −dice Merrit− varían entre el 2 y el 5 por ciento»[].

Los problemas de reclutamiento en los ejércitos actuales de voluntarios son acuciantes. En Alemania han disminuido las incorporaciones este año un 7 por ciento y en Francia no se han cubierto las bajas producidas; «estamos acostumbrados a las dificultades de los relevos −dice Vanssay− pero nunca habíamos visto estos problemas»[].

​ El servicio militar voluntario no permite a Europa defenderse de una agresión Rusa como la sufrida por Ucrania por lo que el reclutamiento universal es inevitable; sin embargo, de los 29 países europeos miembros de la OTAN sólo 6 han mantenido el servicio militar obligatorio desde 1993; los países bálticos (salvo Letonia) y los nórdicos (Noruega, Suecia, Dinamarca) han reintroducido la conscripción, pero −aunque en Francia, Alemania y Holanda debaten sobre su necesidad− Europa occidental está paralizada por la cultura posmodernista.

Industria de guerra fragmentada

La industria de guerra europea está fragmentada y sobreprotegida por los intereses nacionales de los países miembros, lo que impide implementar economías de escala significativas; en consecuencia, las firmas estadounidenses −apoyadas por su gobierno y con productos mejores y más baratos− se llevan los mejores contratos de armas europeos.

Sin la ayuda estadounidense, Europa no cubriría las necesidades de un conflicto convencional; la artillería ucraniana −que consume alrededor de 45.000 proyectiles por semana− «agotaría en dos meses −precisa Psara− la producción anual de la Unión Europea»[].

Falta de conciencia de defensa

El problema en los últimos 20 años −especialmente en Europa occidental− ha sido la sensación de ausencia de amenaza que ha impedido desarrollar en la ciudadanía europea la necesaria cultura de defensa para enfrentarse a un conflicto de alta intensidad. En consecuencia, las fuerzas armadas se han centrado en misiones internacionales, sin prestar la suficiente atención a la defensa territorial del continente; tal actitud constituye su principal vulnerabilidad y «se debe −dice Risk− a la ausencia de conscripción y al entorno de pacifismo posterior a la guerra fría»[].

Conclusiones

Se espera que a finales de esta década Estados Unidos habrá virado hacia China y el Golfo; el Kremlin, con un ejército baqueteado en Ucrania, constituiría una amenaza seria para Europa: Rusia posee un contingente con respaldo social, capacidades técnicas, moral de combate y odio a Occidente.

Europa −producto del poder blando− carece de la capacidad para detener a los hijos de Tolstoi. Sus ciudadanos no están dispuestos a morir y sus dirigentes no asumen las bajas en combate; confiada en que los ejércitos de voluntarios y la técnica solucionan per se los problemas de seguridad, está lejos de asumir que la democracia se defiende con todas las mentes y voluntades dispuestas a realizar los máximos sacrificios.

Jesús Alberto García Riesco
Coronel r. y politólogo
Asociación Española de Escritores Militares

Asociación Española de Militares Escritores (AEME)

La Asociación Española de Militares Escritores (AEME) es una entidad de carácter cultural constituida por militares que hayan escrito y publicado algún libro o artículo

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