De bufandas y de razones

Nuestro fútbol no tiene remedio. Nos faltó primero el juego, más tarde los jugadores. Pero lo que siempre tenemos es polémica. En eso, somos los mejores. Casi tanto como en poner expectativas a nuestras ilusiones. Ambos caminos conducen a un populismo demagógico en el que todo vale. Y la última es el caso Negreira. La gasolina para un fuego siempre vivo de polémica. Los árbitros y a quién favorecen. Como si fuera tan fácil responder. Quizá sea más fácil la respuesta a quién perjudican.

Que el Real Madrid y los madridistas exhiban cualquier argumento para seguir el camino del victimismo no es propio ni de su Historia ni de su grandeza. No veo fácil el final del camino que parece haber emprendido una buena parte de su afición. El club, de momento, parece ajeno e incluso recibe críticas por su pasividad. No creo que puedan argumentar que la actual distancia del Barcelona en la Liga sea solo fruto de los errores arbitrales. Centrar todo en eso es asomarse al fútbol con la bufanda puesta. Es lícito pero lejos de la razón. En una red social, en la cafetería de un bar o en un grupo de washaap casi todo vale, pero lanzarlo de forma oficial es otra cosa.

El problema es cuando la bufanda envuelve a la razón. Quienes piden al club que se signifique se equivocan. Pero también lo hacen aquellos que no ven detrás del caso Negreira un claro beneficio hacia el Barcelona. Son dos cosas distintas. Que el relato oficial durante muchos años ha sido beneficiar al equipo catalán es una realidad. Y además se ha descubierto que detrás de ello y para ello había una compensación económica. Eso no puede pasarse por alto.

Ver fantasmas ahora es un error porque el fútbol no da para tanto. Recordar además que es solo lo más importante de las cosas menos importante. Y que es lícito que cada uno lo vea desde un prisma diferente. Pero, lo que tampoco debe ocultar esa bufanda, es lo que la justicia determine sobre un caso que huele a corrupción desde kilómetros y que ha beneficiado al Barcelona y perjudicado a todo el resto de equipos. Y ahí sí que es claro que en una Liga de dos, como guste o no es la nuestra, si se beneficia a uno se perjudica al otro.