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No hay peor ciego que el que no quiere VAR
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(Foto: FIFA)

No hay peor ciego que el que no quiere VAR

miércoles 15 de marzo de 2023, 09:46h

Que el 'caso Negreira' ha colocado en el disparadero la honradez del colectivo arbitral es, por desgracia, un hecho. Ha dado argumentos para pensar que los árbitros del fútbol español en la élite viven en un entramado de presiones y favores, que han condicionado su labor dentro de los campos, durante los últimos años. El mantener ‘contento’ a su jefe era necesario si querías ser alguien dentro del mundo arbitral español. Y ese jefe no era otro que Enríquez Negreira. La justicia determinará si esos pagos del FC Barcelona al vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros tuvieron su recompensa en forma de decisiones arbitrales, pero mientras tanto en esa caja de Pandora abierta en la opinión pública nadie habla de la honradez de los árbitros.

Vestirse de negro siempre ha estado mal visto. O ibas a un funeral o eras árbitro. Hasta ese punto llegábamos antes. Ni la publicidad, ni el color amarillo de los colegiados en la era moderna ha cambiado esta imagen. El árbitro era un futbolista frustrado en el mejor de los casos, sino un friki acomplejado con ganas de tocar el silbato en el peor. Las nuevas generaciones, mucho mejor educadas en la llamada conciencia deportiva y social, lo primero que han hecho ha sido cambiarle el nombre. Al ‘arbi’ se le respeta. Eso ha calado en el deporte de base y cada vez hay más educación en los niños (otra cosa son los padres) para respetar y valorar la figura del juez deportivo. Y lo segundo, ya en el ámbito profesional, que es el espejo donde se miran todos, ha sido dotarle de ayudas tecnológicas y la principal, sin duda, fue la implantación del VAR en 2019.

“Os puedo ayudar con el VAR”. Frase que presuntamente salió de la boca de Enríquez Negreira hacia los directivos del Barcelona para retomar en 2020 su colaboración rota dos años antes. Esa rotundidad implica no sólo la presunta corrupción del personaje y de sus colaboradores necesarios, sino también que el VAR es un elemento sujeto a poder corromperse. Si antes a un árbitro le podían influir 80.000 personas en un campo de juego y sus decisiones tenía que tomarlas en un segundo y con un solo prisma (o como mucho las de sus ayudantes), ahora quién podría ‘dirigir’ la actuación de un colegiado se encontraba sentado, con cuatro o cinco ayudantes más, en una sala de videoarbitraje con más cámaras que un camión de producción y sin ninguna presión ambiental. Mucho más fácil para un personaje tan maquiavélico.

¿Qué podría corromperlo? Es evidente, el factor humano. Y es ahí donde los Enríquez Negreira y su influencia entran. El VAR, o mejor dicho, quién lo maneja puede ser más influyente que el propio árbitro de cualquier partido y condicionar completamente su labor. Puede pasar de ser una ayuda a ser una putada. Sin embargo la tecnología del video arbitraje para tomar decisiones es lo más justo, pero claro siempre y cuando el que lo maneje haga buen uso.

Quienes son contrarios ahora al uso del VAR, porque argumentan de que los errores no se evitan ni con la tecnología y que el factor humano en la equivocación del árbitro, del futbolista o del entrenador forma parte del fútbol han visto el cielo abierto con esta denuncia de la Fiscalía para llenar su alforja con un argumento nuevo. Quizá si ha llegado el momento de darle una vuelta y evitar el uso del VAR, como por ejemplo hizo ayer con toda Europa viéndolo el español Hernández Hernández en el partido Manchester City-Leipzig de octavos de final de la Champions.

Hay que saber utilizarlo, pero nunca quitarlo del fútbol. Eso sería retroceder y reconocer la incapacidad de adaptarse a los nuevos tiempos. Y ya se sabe que quién no se adapta, desaparece. Si el fútbol no camina de la mano de la tecnología lo pagará entre las nuevas generaciones. Eso es tan evidente como que el sistema actualmente, sobre todo en nuestra Liga, está lejos de funcionar de la forma correcta.

Alberto Martín

Periodista

Alberto Martín tiene una dilatada experiencia en el campo de la información, trabajando en medios de comunicación desde los años 1990 y llegando a dirigir medios como Libredirecto.com o siendo el delegado del periódico Gol en Madrid durante los años 2000. Experto en deportes y particularmente en turf

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