Pretendo en este artículo señalar y hacer fuerza en consideraciones sobre la elección papal en aspectos que entiendo no se están realizando. Por otra parte las ideas socialistas y el movimiento obrero avanzaron en el mundo al margen del inquilino del Vaticano, luego no creo en los reyes magos, pero siendo la iglesia católica en sus cúpulas un poder terrenal, y muy fuerte, hemos de analizar la situación. La muerte anunciada del papa jesuita y que fiel al jesuitismo del siglo XX que impulsará el Padre Arrupe, ha provocado un gran debate en el seno del poder católico. Ha suscitado también elogiosos comentarios en su entorno y entre sus enemigos, -no hay nada como morirse para que hablen bien de uno- y Francisco no ha sido una excepción-.
Da igual quien sea elegido en el próximo cónclave para un marxista, persona de razón y ciencia o agnóstica, pero un conservador pro Trump, vendría muy bien a la extrema derecha. Al tiempo que un progresista no facilitará ni alentará la lucha de clases, que no es evangélica, sino real y efectiva para conseguir igualdad y justicia, aunque hay católicos y esto no se puede negar que la apoyan y la justifican desde sus posiciones cristianas comprometidas.
El cónclave es un acto político. Todos los cónclaves han sido políticos y cierto que unos más que otros y el de Juan Pablo II en estos tiempos modernos se lleva la palma con gran aportación al hundimiento del bloque del Este. No hace falta retrotraerse a cuando los reyes de Francia controlaban a los papas, o las grandes familias italianas como los Medici, Colonna o los Borja, estos últimos de origen valenciano y por tanto del Reino de Aragón, se disputaban el papado. En estos momentos la CIA, el Mossad, el MI6… En resumen todos los servicios secretos occidentales se están moviendo, sin duda para arrimar el ascua a su sardina.
En las tertulias y comentarios de sesudos “expertos en el Vaticano”, muy pocos se fijan en por ejemplo cuántos cardenales electores pertenecen a órdenes religiosas, detalle no menor, o cuántos están ligados a sectas seglares es decir de personas civiles como el Opus Dei, los Kikos o Comunión y Liberación que son en este caso la extrema derecha eclesial y ojo política y además miran con desconfianza profunda a las grandes y antiguas órdenes religiosas, mucho más autónomas y preparadas intelectualmente, fomentando incluso escisiones conservadoras entre ellas o inventando nuevas congregaciones a su medida. Por cierto la antipatía y desdén es mutuo, aunque lo nieguen y tiene profundas razones de interpretación evangélica también.
En el Vaticano y la lucha sucesoria no hay lucha de clases, hay en todo caso lucha de poder y este se justifica en razones evangélicas buenistas o en el conservadurismo ligado se quiera o no a la ola trumpista ahora, en otros momentos a las democracias cristianas o las derechas reaccionarias. Pio “nono” IX incluso excomulgo el liberalismo, del siglo XIX claro.
Para el movimiento obrero y las fuerzas por el socialismo y la igualdad no imbuidas por la cultura woke, lo mismo da. Sea cual sea el pontífice el Vaticano nunca nos echará una mano. Dicho sea con todo el respeto a los católicos y creyentes que apoyan la igualdad y el socialismo. Las razones son otras y han sido otras a lo largo de toda la lucha por la emancipación. Pero mientras tanto y observando la pelea cardenalicia que va mucho más allá del colegio cardenalicio, las claves que yo cito al objeto de poder observar cómo reaccionará el poder eclesial y a quién beneficia en la geopolítica mundial el papa electo yo me fijaría en otras consideraciones diferentes a los tertulianos del amarillismo informativo:
1 ¿El papa futuro es o no es miembro de una orden religiosa o congregación religiosa? Este detalle no es menor, al menos treinta electores son frailes o clérigos regulares y por ejemplo Juan Pablo II “controló” y mucho a varias órdenes encabezados por la Compañía de Jesús y persiguió al igual que Ratzinger la teología de la liberación.
2 ¿Apoya al el futuro pontífice al Opus Dei y otras sectas católicas reaccionarias? Está ligado a ellas o no y esto afecta a bastantes cardenales europeos.
3 ¿Provine de Asía o de América Latina? Los africanos están más divididos. Hay un africano profundamente conservador por tanto ojo al papa negro, pues dos son los papables y muy diferentes entre sí.
4 Apoya el que será nuevo papa a los cristianos palestinos o no y esto es clave, pues en caso contrario es sionista y de ahí todo los demás es posible. Pues las sectas católicas seglares son sionistas declaradas al igual que las sectas cristianas evangélicas protestantes que son el otro brazo armado religioso de la extrema derecha. La cuestión de su posición ante Palestina será clave pues los Santos Lugares están Palestina.
El problema es que tras la influencia nefasta del woke las izquierdas sistémicas occidentales estas han abandonado la lucha de clases y la fe en la transformación social desde nuestras propias fuerzas para avanzar hacía el socialismo y esto no es una cuestión religiosa sino de organización y capacidad de resistencia y movilización. No estamos ante una lucha cultural, estamos en una lucha de clases internacional y en ella renunciar y hablar mal de posibles aliados ideólogos y/o económicos es hacerlo en favor de la OTAN y sus verdaderas intenciones imperialistas. Por ejemplo y hablando del Vaticano, uno de los principales trabajos también del próximo pontificado será sus relaciones con China con las que el sinuoso conservador-francisquiano y papable Parolini ha abierto camino bajo la protección del extinto Francisco.
Mientras tanto el ente sionista sigue asesinando impunemente cristianos y musulmanes palestinos o en Siria se persigue el cristianismo por parte de Al Queda gobernante o en nombre de la tradición cristiana fervientes católicos explotan trabajadoras y trabajadores y reprimen las luchas obreras o destruyen los servicios públicos en favor de negocios privados y roban la vida y la salud al pueblo.
Dicho todo esto, mi pésame a los creyentes y mi respeto a quienes desde el catolicismo apoyan las luchas sociales, sindicales y de clase.
*El autor es politólogo y en su adolescencia fue seminarista de una orden religiosa.